InicioEntrevistasAndrea Thomen, enamorada de la naturaleza

Andrea Thomen, enamorada de la naturaleza

Luchadora incansable de la conservación del medio ambiente.

Andrea es una bióloga y educadora dominicana que busca inspirar a los demás en la conservación del medio ambiente a través de las aves. Como meta de vida, tiene el mayor deseo de aportar a la reducción de las principales amenazas que impactan a la biodiversidad en la República Dominicana, principalmente aquellas que enfrentan a nuestros bosques y las especies que tanto dependen de ellos. Actualmente, pertenece al  Grupo Jaragua, de la que se siente muy honrada de pertenecer y considero mi “otra familia”.

«A pesar de durar 7 años y medio en Estados Unidos, realizando mi licenciatura y maestría en Ciencias Ambientales, además de diversos trabajos y pasantías, mi verdadera educación sobre la realidad de la gestión de recursos naturales inició al entrar al Grupo Jaragua en el 2015. Al llegar a esta organización, conformada por biólogos, expertos en políticas ambientales, educadores, comunicadores y comunitarios, aprendí que la protección de la naturaleza no es posible sin el involucramiento comunitario ni la sensibilización del público general», aclara.

Andrea Thomen

¿Cómo nace ese amor por la naturaleza?

Mi amor por la naturaleza nace gracias a que mi abuelo, Antonio Thomen, quien es un ambientalista que aportó a los inicios del movimiento ambiental, desde la década del 1970, especialmente, creó el Instituto Dominicano de Bioconservación y trabajó por el establecimiento y la defensa de las áreas protegidas, y por abogar en contra del uso de agroquímicos dañinos.  Recuerdo muy bien sus visitas desde muy joven, usualmente acompañadas por una cajita llena de libros de ecología y conservacionismo como regalo.  

Aparte de esta temprana exposición a las temáticas ambientales, a los 5 años, participé en un concurso de arte que me cambió la vida. En el 1993, fui la ganadora del concurso de dibujo infantil “Sebastian’s Little Green, the International Children’s Campaign to Save the Environment.” Como parte del premio, fui a una excursión de una semana a Costa Rica, junto con más de 30 niños de todo el continente americano. En el viaje, no solo realizamos recorridos interpretativos en diferentes tipos de bosques (y hasta vimos tortugas marinas desovando), sino que también participamos en talleres didácticos y sesiones de eco-teatro. Aún tengo recuerdos (aunque borrosos) de esa experiencia tan temprana, y por eso soy una gran creyente del poder de la educación ambiental en niños y niñas. 

¿Qué es para ti el bienestar? ¿Cómo el medio ambiente contribuye con él?

Yo definiría el bienestar personal como balance entre los distintos componentes de la vida, desde la salud física hasta la salud emocional. Diversos estudios ya han demostrado que estar en contacto frecuente con la naturaleza puede beneficiar ambos aspectos. El senderismo (hiking) y la observación de aves (birdwatching) son mis pasatiempos favoritos. Creo que, por eso, las visitas al campo para realizar inventarios de biodiversidad (como los conteos de aves) son tan gratificantes como parte de mi trabajo. 

Creo que la idea de balance también aplica al pensar en el bienestar de las comunidades o los ecosistemas. Cuando pensamos en el bienestar comunitario, es una prioridad que los medios de vida en estas comunidades sean sostenibles y compatibles con la conservación de la naturaleza. 

¿Qué piensas de la situación del medio ambiente en la República Dominicana?

Creo que el sector medioambiental se ha fortalecido mucho en la última década. En parte, esto se debe a que los medios de comunicación y el sector privado se han involucrado en promover algunas acciones de conservación (por ejemplo, el involucramiento de los centros comerciales en las campañas de concienciación sobre temas como el plástico y la importancia de los bosques). Comparado con hace 10 años, a nivel país, tenemos más programas de educación profesional sobre el medioambiente (nuevos programas de licenciatura, maestrías y hasta doctorados). Por lo tanto, tenemos más profesionales (y profesionales en curso) en este sector. 

Sobre el estado de la situación ambiental del país, tengo que admitir que estoy muy preocupada y que veo grandes retos para la gestión ambiental en los próximos años. Muchas de las áreas protegidas, como Los Haitises, Valle Nuevo y Sierra de Bahoruco, tienen localidades que se encuentran en muy mal estado debido a una larga historia de deforestación, agricultura ilegal y el impacto de los fuegos forestales. Estas problemáticas no se resuelven “de la noche a la mañana” y se requiere de muy buena comunicación entre las autoridades y los actores clave en cada sitio. Otro tema que me inquieta es la extracción y el comercio ilegal de biodiversidad amenazada, como el tráfico de jicoteas, cotorras y pericos, y la sobreexplotación de flora en peligro, como la canelilla de Jaragua y el guaconejo. 

Sobre las acciones de conservación, creo que se necesita un mayor grado de planificación estratégica y que se realicen acciones con impactos que perduran en el tiempo en las comunidades. Creo que es muy importante evaluar y medir el éxito de los proyectos y programas medioambientales para poder “aprender de nuestros errores”. 

Andrea Thomen realizando inventario de biodiversidad en Cotubanamá

¿Has planteado alguna idea comercial para hacer que la producción y el consumo sean más respetuosos con el medioambiente? ¿Podría mencionarlas?

El tema de la producción y el consumo sostenible realmente me apasiona. Durante mi maestría, evalué las comunidades de aves en distintos tipos de cacaotales, en la provincia Duarte, con el fin de desarrollar recomendaciones “bird-friendly” o “amigable para las aves.” Desde el Grupo Jaragua, he estado trabajando en un documento de recomendaciones para promover la conservación de la biodiversidad en las zonas cacaotaleras, en sinergia con iniciativas del Consorcio Ambiental Dominicano y la Reserva Privada Zorzal. Hay muchas medidas que pueden tomarse para promover la agricultura y agroforestería compatible con la conservación de las aves, desde crear cercas vivas hasta asegurarse de que la selección de plantas para la sombra del cacao (o hasta del café) sean plantas nativas o endémicas de la zona. 

De la misma manera, podemos hacer compras eco-amigables, como asegurarnos de comprar chocolate y café orgánico producido localmente y bajo sombra. En el momento, existen varias iniciativas de café y cacao pro-biodiversidad en el país. 

Otra recomendación es siempre asegurarnos de confirmar y evaluar el origen de los productos que conseguimos en el supermercado. Por ejemplo, asegurarnos de no comprar especies prohibidas, como las hojas del té de canelilla de Jaragua, ya que hay evidencia que son extraídas ilegalmente de un área protegida. Al mismo tiempo, es muy importante respetar las épocas de veda de las especies marinas (por ejemplo, los peces loro, cangrejos y langostas). 

Otras acciones que contribuyen significativamente al medio ambiente son: reducir el consumo de carne y tratar, siempre que se pueda, de comprar productos orgánicos, “free range” o con algún tipo de certificación ambiental. Evidentemente, muchos de ellos son más caros o difíciles de conseguir de manera local, sin embargo, se trata de encontrar un balance entre precio, accesibilidad al producto, grado de impacto ambiental y tu convicción personal. 

¿Cómo se podría reducir la cantidad de residuos alimentarios?

Hay mucha información en línea sobre cómo hacer esto de manera exitosa en la República Dominicana. Primero, se debe tratar de reducir el uso de empaques plásticos (especialmente el foam), ya sea al suspender completamente la compra de un producto o cambiar hacia una marca o un producto con un empaque más eco-amigable. Lo segundo es tratar de reutilizar los empaques plásticos o de vidrio que adquieras (ya sea al utilizarlos como “cantinas” o envases de almacenamiento). También, hay muchas formas de reciclar los residuos plásticos, de metal y de vidrio (por ejemplo, hacer decoraciones, arte o convertirlos en algo completamente nuevo). 

¿Qué responsabilidades se le debe dar a cada ciudadano para que aporte a la conservación ambiental?

Primero, cada ciudadano debe informarse. Sin un conocimiento base sobre el valor de los recursos naturales, es muy difícil aplicar algunas de las otras acciones de conservación que voy a proponer. La autoeducación ambiental no tiene por qué ser aburrida. Recomiendo a todos los ciudadanos buscar documentales y videos sobre temas medioambientales, animarse a visitar las áreas protegidas y participar en actividades de senderismo, caminatas guiadas o excursiones de ecoturismo. 

Para aquellos que “aprenden haciendo”, les invito a descargar aplicaciones de ciencia ciudadana (como eBird o iNaturalist) que son interactivas y les permiten contribuir a la identificación y estudio de la flora y fauna del país. 

Luego de informarse, creo que los ciudadanos deben informar a otros y compartir lo que han aprendido. Cualquiera de ellos puede ser un vocero ambiental. No se requiere un diploma ni un carnet para ser un real defensor de nuestra biodiversidad y nuestras áreas protegidas. Exhorto a los ciudadanos a hacerse partícipes en las campañas ambientales para la defensoría de las áreas protegidas y mantenerse informados mediante las redes de comunicación (y las redes sociales de grupos con enfoque en defensoría, como SOS Ambiente y el Grupo Jaragua). 

Según su opinión, ¿qué hace que una comunidad sea sostenible?

Creo que la palabra “sostenible” es una de las más “abusadas” y “mal utilizadas” para lograr algunas metas en agendas de políticas público-privadas. Creo que, a veces, se utiliza como un “apellido” para justificar cualquier actividad que busque aparentar ser compatible con la conservación de los recursos naturales. Creo que se nos olvida que el desarrollo sostenible en una comunidad se refiere a un proceso dinámico a largo plazo, y que requiere de aprendizaje y adaptación constante a diferentes escalas. No hay una fórmula mágica de sostenibilidad para las comunidades dominicanas y la “sostenibilidad” de un producto viene directamente vinculada a su contexto de producción, distribución y uso (desde la comunidad hasta el destino final). La sostenibilidad comunitaria depende mucho de las condiciones socio-ecológicas de cada comunidad y del contexto sociopolítico global del momento. Por ejemplo, en algunos sitios, se ha promovido la “producción sostenible” de aguacates, café y cacao dentro de las áreas protegidas, incluyendo sitios clave para la captación y el provisionamiento de agua. Aunque algunos de estos productos puedan ser producidos con lineamientos de manejo “ecológicos”, y algunos hasta están certificados, jamás podrán reemplazar el valor de la regeneración natural o restauración de los bosques en estos sitios clave. 

Creo que una comunidad en búsqueda de la sostenibilidad es aquella en la cual los actores clave y grupos comunitarios, así como los órganos de gestión, han alcanzado un nivel de compromiso ambiental y entendimiento sobre las complejas dinámicas entre las actividades económicas y la protección de los recursos naturales. Para alcanzar el desarrollo sostenible, los comunitarios deben estar dispuestos a tomar decisiones difíciles y priorizar el mantenimiento de algunos servicios ecosistémicos que son clave para la subsistencia y/o rentabilidad (como la provisión de agua y el funcionamiento de algunos servicios clave para la agricultura, como la polinización). 

¿Qué programas de incentivos para calidad ambiental tiene la institución?

Grupo Jaragua tiene la misión de “contribuir a la conservación de la biodiversidad de la isla La Española y los servicios ambientales que se deriven de ella, con la participación de las comunidades locales y apoyándose en la ciencia.” Entre nuestras cuatro líneas de trabajo, tenemos programas de conservación de especies y ecosistemas amenazados, defensoría de los sitios clave de biodiversidad (como las áreas protegidas y los sitios Ramsar), desarrollo local y medios de vida sostenibles (principalmente en las comunidades de la Reserva de la Biosfera Jaragua-Bahoruco-Enriquillo), y fortalecimiento institucional (enfocado en gobernanza y transparencia). Muchos de nuestros programas incluyen incentivos directos e indirectos para los comunitarios involucrados. Por ejemplo, las actividades de restauración ecológica del bosque seco, realizadas en la provincia Independencia, son efectuadas de manera regular con brigadas de comunitarios entrenados que reciben un incentivo económico tras participar en cada jornada. Al mismo tiempo, estos participan en sesiones de sensibilización y educación ambiental sobre el valor de la biodiversidad del bosque seco. En este programa, no solo se está aumentando la cobertura de plantas nativas de la zona, sino que se cuenta con un grupo de comunitarios que se benefician de la restauración como una “fuente de ingreso alternativa”. 

Ahora mismo, estamos realizando una campaña educativa a nivel nacional sobre la conservación de los manglares de la República Dominicana, junto a la organización Seacology. A través de esta, esperamos que los dominicanos puedan reconocer el valor de este tipo de bosque y animarse a apoyar el ecoturismo comunitario en sitios clave, como la Laguna de Oviedo, Samaná, Cotubanamá y Montecristi. Mediante esta campaña, también esperamos promover el respeto a las vedas y el consumo responsable de recursos derivados de los manglares. 

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Patricia Acosta
Patricia Acosta
Comunicador Social y Periodista Entendí desde muy pequeña el poder que tiene la palabra, mejor aún, plasmarla con sentimiento para transmitir las emociones del arte. Quiero ser más humana, sonreír más, ser agradecida y ser mejor persona.
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