Existen varias razones por las que el autor francés Dominique Lapierre le dio el apodo de la “Ciudad de la Alegría” a Calcuta, India, y no es sólo por ser esta considerada la ciudad cultural de la India o un paraíso para los gastrónomos, sino por ser una urbe sorprendente y llena de contrastes. Contrastes donde la pobreza es superlativa y, sin embargo, es tal vez el lugar más rico en espiritualidad por cuanto su escala de valores es totalmente distinta a la nuestra, al de la sociedad del bienestar y de la competitividad.
Algunos la llaman una ciudad arraigada en la nostalgia, pero se trata más bien de que se mantiene sin complejos; un bicho raro entre una multitud de metros que “flexionan” sobre sus despertares urbanos.
Un viaje a la India es algo más que un viaje turístico, es un viaje que hace reflexionar y permite ver con claridad, sin lo banal de la vida, ver lo realmente importante y, por ende, encontrar paz interior. Esta gran espiritualidad interior permitió forjar los inicios y la fundación de las Misioneras de la Caridad en el 1950, una congregación religiosa católica liderada por la Madre Teresa de Calcuta.
Emplazadas en varios espacios de Calcuta, las misioneras ayudan a refugiados, exprostitutas, enfermos mentales, niños abandonados, leprosos, víctimas del sida, ancianos y convalecientes. Tienen escuelas atendidas por voluntarios para educar a los niños de la calle, comedores de caridad, y proveen otros servicios de acuerdo con las necesidades de la comunidad.
Esta casa fue la morada de la Madre Teresa, y se ha delimitado un área para que los seguidores puedan honrarla. La comunidad que construyó todavía continúa trabajando en pos de salvar a los más necesitados.
Esta y muchas más atracciones son los pilares que conforman el atractivo turístico de Calcuta, en conjunto con el Victoria Memorial –auténtico icono de la ciudad y uno de los monumentos más impresionantes de la India–, y lugares de interés que fascinan en cada uno de sus rincones. ¿Qué esperas para visitar Calcuta?
