Una visita guiada por las obras de colección espectacular
Las mujeres tienen un talento innato de saber apreciar las cosas, de verlas de una manera más sentimental, y, a la misma vez, de encontrar ese valor agregado que las hace únicas. Esto es lo que hace la creadora de Akademia 101, Claudia Calcagno. Con el mucho tiempo de ocio durante la pandemia, una chispa inquisitiva dentro de Claudia la llevó a ser portavoz de un mundo tan fascinante y singular como es el del arte, creando una especie de ecosistema al que pudiéramos entrar para aprender y acercarnos a ese mundo tan versátil.
El proyecto surgió muy “hecho en casa”. Se quería hacer una especie de “peña” cultural en las redes, como lo hacían los grandes filósofos desde antes de Cristo. Luego de arduas investigaciones, Claudia descubrió que Platón fundó su escuela de educación superior junto a otros filósofos de la época en los jardines del héroe mitológico griego “Akademos”. Y de ahí surge la palabra “akademia”. Se reunían en los jardines para hacer tertulias y compartir sus exploraciones y conocimientos. “Entonces empecé creando cápsulas con contenido cultural variado. Y así inicié @akademia101, con el propósito de usar la plataforma de Instagram como un jardín virtual en el que entre todos podamos cosechar una comunidad interesada en el saber, pero sobre todo en el vivir el arte en todas sus formas”.
El arte es todo un mundo que puede ser vivido de muchas formas. El arte se siente y se vive, y eso es lo que se pretende transmitir a través de la plataforma, el poder sumergirse en distintas experiencias artísticas, en la vida de los artistas, la creación de sus obras, sus proyectos, y poder mostrarlo de una manera divertida. “Que mi curiosidad pueda despertar en otros el mismo interés y pasión por este mundo tan dinámico y versátil”, comenta Calcagno.
El espacio de Akademia 101 fue diseñado por la firma de diseño de interiores Puro Diseño, de Karina Fabián y Sofía Camilo. Claudia se reunió con ellas y les explicó lo que quería sentir cuando entrara al espacio todos los días, y ellas lograron captarlo al instante. Un espacio simple y auténtico, que transmitiera paz, y reflejara una personalidad definida. Y que, sobre todo, pudiera armonizar con las piezas de arte que forman parte de su colección.
Las obras plasmadas en este espacio pertenecen al arte pop de la época del 1950, cuatro piezas de un artista estadounidense llamado Paul Rousso, inspiradas en marcas de cereales americanos de consumo masivo; dos piezas hiperrealistas del artista peruano Pablo Patrucco, que también reflejan productos de consumo; una del artista griego Dimitri Likissas, que es la banana pegada en la pared, inspirada en la obra Comedian de Maurizio Cattelan (expuesta en Miami Art Basel del 2019); y las esculturas del artista venezolano Daniel Sanseviero, que le dan un toque especial al espacio. Todas son piezas divertidas que generan conversación y, definitivamente, no pasan desapercibidas.