P.S. It’s Fancy.
Ella iba en su bicicleta a comprar los t-shirts que rediseñaría en la noche. Su determinación no tiene límites; hacía solo cuatro años que dejaba la Florida para mudarse a Nueva York a cumplir su sueño en el mundo de la moda y solo algunos meses de haber dejado de trabajar para aquella firma de diseño.
Quizás fue el momento o la intensidad de su deseo, pero Rebecca no duraría mucho en cumplirlo. A pocos días del 9/11 (2001), el motto «I love New York» parecía haber adquirido mayor sentido y ella decidió hacerle un t-shirt especial a su cuñada –en la misma máquina de coser que usaba de niña– con un corazón en el centro acompañado de las icónicas «N» e «Y». Para su fortuna, su «sister in law» decidió usarlo en una cena donde compartió con actores y celebridades y una de ellas se acercó para consultar referencia. Al día siguiente se le vio llevándolo en televisión nacional y la revista US Weekly no tardó en contactar a Minkoff para patrocinarle el diseño. Miles de camisetas después y la donación de todas sus ganancias a los más afectados de la catástrofe de las torres, le contacta la misma actriz, ahora solicitando un bolso. Es entonces cuando crea dos ejemplares de «The Morning After bag» (el bolso de la mañana siguiente) y aunque fue un «boom» notaba que su pequeña línea de carteras se mantenía estática.
Es en ese momento que decide llamar a casa en búsqueda de capital, pero su padre le redireccionó a su hermano Uri, quien ya tenía una exitosa empresa de Software en la Florida. Con la creatividad de Rebecca y la estrategia de Uri, bastó un «sí» y el resto es historia.
-The Store-
Uri Minkoff tiene su «background» en tecnología, así que solo le bastó aplicar sus técnicas y una colaboración con eBay para lograr una experiencia nunca antes vista: la experiencia millenial. De modo que las paredes de la tienda insignia de Rebecca Minkoff en Soho se convierten en pantallas táctiles donde se puede desde ordenar un café y ver toda la mercancía con tallas y colores hasta graduar la iluminación del vestidor para tener una idea más acertada de cómo lucirá el atuendo de acuerdo a la hora y luz del día, del evento al que lo llevarás puesto.
Piezas.
La diversidad define su capacidad. Si bien sus inicios formales se concentraron en los bolsos, sobre la marcha se les unieron las joyas, zapatos, correas, prendas de vestir y hasta forros para el móvil.
EDITORIAL.
«Todo está creado, lo que nos queda para diferenciarnos es reinventarlo», es una frase que hace eco en mis oídos algunas 35 veces por día, en mi afán por no repetir y, hasta cierto punto, obsesión con romper los moldes de ideas replicadas que tanto nos intentan definir, y no fue hasta que vi la más reciente entrevista a Rebecca Minkoff, que me dí cuenta que la manera más efectiva de «quebrantar» este «mal» es aprendiendo a reciclarlo. Para esta, la más «millenial no millenial» de las diseñadoras de moda, la verdadera clave del éxito es aprender a hacer de lo que ya está creado, «algo» distinto. Lo logró con el «I love New York», lo siguió con sus carteras y hoy lo predica hasta con la experiencia de compras digitales que se vive dentro de sus tiendas. Filántropa, madre, esposa y gran soñadora determinada, fue capaz de llevar –con disciplina y mucha pasión– las palabras pronunciadas por su tío cuando ella apenas tenía 4 años: «Tú serás grande en el mundo de la moda», a la realidad. Aprovechando el nicho de mercado en ropa contemporánea y concepto «fast fashion» casi inexistente a inicios del 2000, adquirió identidad, se hizo fuerte y eso hoy la hace «diferente». Así que en esta edición ponemos bajo reflectores (Under the Spotlight) a la diseñadora favorita de personalidades como Olivia Palermo, Aimee Song, Jessica Alba y unas miles de seguidoras que, al igual que su marca, están en sus «veinte y tantos»: Rebecca Minkoff.
