REPORTAJE ESPECIAL.
Ha tenido a su cargo algunos de los jardines más hermosos del planeta.
texto Juana Cabrera foto Fuente externa
Adaptarse al gusto del cliente ha sido, en parte, el truco que ha llevado a Madison Cox a ser considerado uno de los mejores paisajistas del mundo, sumando a su trabajo algunos de los jardines más hermosos del planeta; este elemento se añade a su amabilidad característica, sonrisa y buen ojo artístico.
Durante toda su trayectoria ha tenido clientes, como: André Balazs, propietario de una cartera de hoteles en los Estados Unidos y residencias en Nueva York; Marella Agnelli, que fue una aristócrata y coleccionista de arte italiana, e Ian Scharger, creador de Studio 54. Asimismo, Michael Bloomberg, empresario y político estadounidense, excandidato a las elecciones primarias de 2020 en Boston, y Lauren Santo Domingo, excolaboradora de Vogue, expublicista de Carolina Herrera y cofundadora de Moda Operandi, ente otros.
Entre estos también se incluye Pierre Bergé, un empresario de la moda y de la comunicación con quien, además de trabajar, sirvió de proveedor, fue pareja sentimental y hasta heredero. A raíz de su fallecimiento, se convirtió en el presidente de la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint-Laurent, y del Jardín Majorelle, en Marrakech.
Primeros pasos: Madison Cox llegó a París a los 20 años para estudiar paisajismo y llegar a ser profesional, cuyo logro alcanzó en la década de los 80′. El evento que lo dio a conocer en toda Europa fue su participación en la Chelsea Flower Show de Londres, que lo condujo a ser el primer norteamericano en mostrar su trabajo en una actividad floral. Más tarde, y tras hacer muy buenas relaciones, su trabajo le dio la vuelta al mundo, siempre distinguido por no imponer patrones.
Fue The Jardin Majorelle, la gran obra que marcó el antes y después en la carrera de Cox. El proyecto, desarrollado en Marrakech, fue encargado por Yves Saint Laurent, propietario del jardín desde 1980.
Funcionalidad y respeto. La forma de trabajar de este artista californiano, que ha llegado a sus sesenta, es la de tratar de entender el gusto del cliente y, aunque no lo comparta, buscar la forma más elegante de que funcione. Su estilo es tradicional, a pesar de que evita excesos de simetrías y le gusta mezclar diversas plantas. Sus diseños son de matices discretos, en donde el color y la armonía impregnan una majestuosidad en los distintos espacios que interviene. Entre los trabajos del también llamado el “jardinero de los millonarios”, por tener una larga lista de celebridades como clientes, figura la construcción de un jardín con huerto en la azotea de Jennifer Bartlett, en Greenwich Village; a este también le incluyó un laberinto y una rosaleda, obra para la que necesitó 42 toneladas de tierra.
Cox no para en su camino por embellecer los exteriores de los gustos más exigentes. Su último trabajo es el jardín del Hotel Epi 1959, considerada una magnífica elección en Ramatuelle, Francia, con encantador ambiente, así como numerosos servicios pensados para estancias de ensueño.
Conserva su estudio en Nueva York, desde donde gestiona los proyectos paisajistas de su firma personal, y donde sigue atendiendo exclusivos pedidos de jardinería en Asia, Estados Unidos y Europa, más que nada.