RITMO DEL AYER.
texto Milagros De Jesús/ foto Bettmann
Él fue un fiel apasionado de la ópera. Es por ello que sus composiciones son consideradas como grandes obras de la humanidad. Transcurren los años y sus afamados musicales aún resultan ser inolvidables; tal es el caso de su popular o romántica trilogía: Rigoletto, La Traviata e II Trovatore.
Además de sus obras maestras provenientes de su madurez artística como Aida, Don Carlo, Otello y Falstaff, cuyas creaciones son un referente de la música clásica para las presentes y futuras generaciones. Su recopilatorio lírico está conformado por 28 óperas, y en cada una de ellas fue reinventándose, hasta lograr superarse a sí mismo en cada nueva pieza que daba vida por medio de las letras.
Su capacidad de componer era impresionante, a pesar de que, a sus inicios, varias de sus óperas no fueron bien recibidas por el público y los críticos; él no prestaba atención a los juicios negativos, sino más bien, apostaba por impregnar en sus obras ese sello personal que lo llevó a conseguir el éxito rotundo.
Asimismo, el amor que profesaba por su tierra natal, Italia, lo llevó a plasmar en sus creaciones la exaltación del carácter nacionalista del pueblo italiano, por lo que fue merecedor de importantes distinciones, entre ellas, la de Caballero Gran Cruz de la Orden de la Corona de Italia. Este genio del arte de componer ópera es, sin duda alguna, uno de los más notables e influyentes compositores de la historia.