Junto a su esposo Gianni, creó un estilo de elegancia, belleza y cultura que aún sigue siendo símbolo de Italia.
Este clan ha sido consagrado por Italia como los Kennedy de los Estados Unidos. Esta estirpe es sinónimo de elegancia, sofisticación y poderío. Como muestra de ello, están la fortuna y propiedades que alberga su exuberante patrimonio.
Fotos: Laurent SOLA, Santi Visall y Ron Galella, Ltd.
Ahondando un poco sobre la historia de esta aristócrata, les contamos que nació con el título de princesa y bajo el nombre de Marella Caracciolo, ya que su familia había reinado en Nápoles. Esta condición le permitió codearse con diversas figuras del jet set y miembros de la realeza. A sus 26 años, contrajo nupcias con uno de los hombres más poderosos de Italia: el codiciado Gianni Agnelli, heredero del imperio automotriz Fiat. Esta pareja se figuraba como una familia real que estaba inmersa entre los constantes lujos y privilegios que le suponía ser parte de las estirpes más afamadas de toda Italia.
Pero no todo giraba en torno a sus riquezas, ya que la vida del “último cisne”, apodo que le fue conferido por el literato y periodista Truman Capote, no estuvo siempre tan feliz, debido a que su esposo, el empresario símbolo del capitalismo global, era muy conocido por sus dotes de playboy, fruto de sus asiduos romances extramaritales.
La prestigiosa firma de automóviles, fundada por Giovanni Agnelli, hoy en día goza de una buena estabilidad financiera y sigue en manos de esta poderosa familia, una dinastía que no pasa de moda en el territorio italiano. Luego de la muerte de Gianni (quien fue el heredero universal tras el deceso de su padre), el manejo absoluto de la compañía estuvo a cargo de su nieto John Elkann, el primogénito de su hija Margherita.
En la actualidad, esta dinastía italiana ostenta un 30% de las acciones de Fiat, un 23% de Ferrari, controla Chrysler y cuenta con más de un 43% de The Economist. Igualmente, es dueña de la Juventus (equipo de fútbol) y está inmersa en la sazón del periodismo, siendo propietaria del periódico La Stampa. Y no solo eso, tiene el dominio de la inmobiliaria Cushman & Wakefield y ha comprado la aseguradora PartnerRe por 6,900 millones de dólares. Además, están al mando de una pinacoteca.
El diseño de interiores, su desvivir
En lo que se refiere al exquisito gusto que desbordaba Marella, era notorio que, al ingresar a sus fastuosas residencias, los aires aristocráticos te sedujeran al instante por las lujosas decoraciones que ostentaban estos parajes, destilando su propio estilo de la belleza.
Su refinado gusto se encuentra plasmado en las quince casas que se enclavan alrededor del mundo, a las que les ha impregnado su sello distintivo de belleza clásica y vanguardista, y en las que ha sabido conjugar elementos arquitectónicos con la naturaleza. Asimismo, sus opulentos jardines han sido sus lienzos, donde ella dejó toda su creatividad al crear diversos oasis florales que evocan paraísos terrenales. Marella Agnelli era la mente creativa de las decoraciones y quien guiaba a los principales arquitectos, diseñadores y paisajistas que llevarían a cabo todo lo idealizado por ella.
En sus distintas edificaciones se pueden observar objetos de gran valor que están caracterizados por exquisitos detalles, alegóricos a la cultura estadounidense y a la nobleza europea, otorgándole así un toque sofisticado por la combinación de lo elegante y moderno.
Su amor por los muebles de mimbre, los tapetes Cogolin para los pisos y las flores frescas en los cuencos y jarrones estaban presentes en la mayoría de sus lujosas residencias. Aunque la mayoría de sus propiedades son de gran tamaño, las colecciones de arte resultan ser incomparables.
Ella siempre ha estado enfocada en la búsqueda ecléctica de la excelencia, y muestra de ello es la selección de artículos que adornaban sus hogares y que, hoy en día, residen en la Pinacoteca Giovanni y Marella Agnelli en Turín, Italia. Específicamente, en su mansión en Marruecos se disfruta de la naturaleza en su mayor esplendor, ya que su estilo de decoración radica en la presencia de muchas rosas que recrean al mismo Edén. Sin duda alguna, las casas de Marella son la máxima expresión de la belleza teatral que un ojo cultivado puede ver.
