RITMO DEL ARTE.
Sus capturas son poesía. Y cada verso, una danza guiada por la luz, tan natural como traviesa, que le invita a jugar con ella y los elementos que están dentro de un espacio. Él y su cámara son grandes contadores de historias, donde edificaciones, lugares y sujetos, lo visualmente interesante, en una atmósfera muy definida, son el foco perpetuo de su curiosidad.
Otro narrador que respeta es el tiempo, cuyo pasar se evidencia en las texturas y patina, que dan carácter y sentido a la existencia de estos espacios. Cuestionarnos el porqué de su marcado interés por la arquitectura, significaría trasladarnos a aquellos veranos que recuerda con nostalgia, en una casa construida en los años 60, la de su abuela, llena de arcos, persianas francesas, estucos de yeso, pisos de mármol negro y un patio inmenso lleno de flores, donde explorado, escondiéndose en cada rincón, junto a su hermana y sus primos, sin saber que estas experiencias vividas serían las primeras de muchas que construiría alrededor de la arquitectura.
Sobre la fotografía y el origen de su pasión por ella, a pesar de haber sentido atracción por todas las artes visuales desde pequeño, debemos de tener pendiente que esta surgió casi por accidente. Durante la adolescencia, con la edad de 14 años, encontró una cámara point and shoot en casa, y con ella comenzó a fotografiar todo lo que le llamaba la atención. Desde entonces, está sumergido en un estado de exploración personal, donde la cámara es su herramienta favorita para comunicar su forma de ver las cosas. Cada toma es una invitación abierta a un viaje fantástico que nunca concluye, el de descubrir el mundo a través de sus ojos.