Podría parecer mentira, pero hay personas que han estado aisladas en sus casas, mucho antes de la llegada del coronavirus. Esto se debe a que padecen hikikomori o síndrome del aislamiento social, el cuál les empuja a privarse de tener contacto social y a salir de sus hogares por un tiempo, a veces indefinido y prolongado.
El término «hikikomori» fue acuñado por el psicólogo japonés Tamaki Saito en su libro «Aislamiento social: una interminable adolescencia» (1998).
Los jóvenes son los más vulnerables en padecer este mal. Estos suelen convertir su habitación en su refugio, considerándola como el «único lugar seguro».
En principio solo se conocían casos en Japón, pero desde hace algunos años se han descubierto en otras naciones.
Según el portal BBC NEWS, un análisis de 2005 realizado en Corea del Sur, estimó que había unos 33.000 adolescentes socialmente aislados (el 0,3% de los habitantes) y en Hong Kong una encuesta de 2014 calculó que alcanzaba el 1,9% de su población.
Un aislamiento voluntario
Sin lugar a dudas, este síndrome afecta de manera negativa la emociones de quien lo sufre. De acuerdo con el profesor de psiquiatría en la Universidad de Kyushu, en la región de Fukuoka, y estudioso del hikikomori, Takahiro Kato, en Japón hay un refrán muy famoso: «Un clavo saliente se romperá pronto». Agrega, que las rígidas normas sociales, las altas expectativas de los padres y la cultura de la vergüenza hacen que la sociedad japonesa sea un clavo de cultivo de sentimientos de incompetencia y el deseo de que uno quiera esconderse del mundo.
Gracias al periódico digital BBC NEWS, nos enteramos de que la psiquiatra española Ángeles Malagón Amor, del Hospital del Mar, se encontró con el problema durante un tratamiento doméstico en Barcelona. Ella y sus compañeros encontraron pacientes que se aislaban socialmente durante un tiempo prolongado. Eso le llevó a leer sobre literatura japonesa relativa al hikikomori.
Entre 2008 y 2014 se encontró con 190 casos. «En ese momento, había dos psiquiatras y dos enfermeras para más de un millón de pacientes. Yo creo que tiene que haber muchos más casos», expresó Malagón.
Alan Teo, maestro de psiquiatría en la Universidad de Salud y Ciencia de Oregon, EE.UU., espera que las investigaciones sobre los hikikomori nos permitan comprender la importancia de las conexiones sociales para nuestra salud física y mental.