Mirar Fernando Botero y pensar

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The teacher Fernando Botero during the presentation of the book Women of Botero (Las mujeres de Botero) Madrid, Spain. October 9, 2018 (Photo by Oscar Gonzalez/NurPhoto via Getty Images)

Ritmo del Arte.

Mirar Fernando Botero y pensar

Fernando Botero, artista formidable y comprometido

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texto: Marianne de Tolentino fotos: fuente externa

Escultura, pintura o dibujo, una obra de Fernando Botero es inconfundible. No hay en América Latina y probablemente en el planeta un  maestro de la plástica como él, inmediatamente identificable por los elementos de su creación. Ese sello y esa originalidad causan un impacto tal que llegan a desconcertar. Los espectadores, en su casi totalidad, se sienten impresionados por la corpulencia de los personajes y su carácter monumental, por su estética de la gordura y su “suntuosa abundancia”- según la llamó Mario Vargas Llosa -.

Sin embargo, no siempre saben qué pensar al respecto, incluyendo a los críticos que han escrito tanto y no siempre tan atinadamente acerca de su obra. 

No obstante, pocos artistas se han expresado, con la misma franqueza y precisión, comentando sus obras, presentes y anteriores, ante incontables entrevistadores que indagaban la índole –sino el secreto- de aquella combinación de realismo y distorsión de la figura,  de clasicismo reencontrado y de modernidad única. Sus palabras suenan como un juicio certero, una sentencia valiente o una verdad incontrovertible: hay que citar a Fernando Botero, sus afirmaciones, su firmeza, su sinceridad.

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Fernando Botero nunca dejó de ser un artista singular y audaz, formidable y comprometido –aunque esta palabra no le agrade…-. Erigir la monumentalidad y lo rechoncho en normas para la plástica, lanzar una mirada burlona a todos los reinos de la naturaleza, alternar –cuando no mezclar- realidades y mitos, santos y demonios en la pintura, borrar a partir del volumen las fronteras entre segunda y tercera dimensión, significa una decisión, inquebrantable y permanente, de más de medio siglo, cuales sean los modelos y las fuentes de inspiración. 

La bifurcación temática, tan consecuente, en sus obras sobre la violencia que hubo en Colombia no puede sorprender. Fernando Botero se sintió moral, emocional e intelectualmente obligado: el dolor de Colombia debía expresarse, él lo expresó. Ahora bien, pinturas al óleo, dibujos, diferentes técnicas y materiales despliegan no solamente un arte testimonial de fuerza excepcional, ellos traducen el amor entrañable por Colombia y su pueblo –omnipresente hoy como ayer-. 

La indignación del artista, su rechazo de miedos y crímenes –también hubo la serie de Abu Ghraib e Irak-, con la esperanza de que sean momentos irrepetibles de la historia en el mundo, se manifiestan en sus pinturas y dibujos. Cada obra sacude y provoca la reflexión. Fernando Botero dibuja, pinta, esculpe a nombre de toda la humanidad.

Notas de vida

Nacido en Medellín en 1932, el pintor y escultor colombiano. Fernando Botero se graduó en 1950 en el Liceo de la Universidad de Antioquia, situada en su ciudad natal. Posteriormente viajó a España para estudiar a los grandes maestros de la pintura española, especialmente a Goya y Velázquez.

Sus primeras obras de retratos, paisajes y escenas costumbristas están realizadas con una pincelada muy suelta, que se irá empastando progresivamente, al tiempo que tanto la perspectiva como las figuras se hacen al modo del artista.

A principios de los años 60, Fernando Botero se estableció en Nueva York, donde sus pinturas le granjearon pronto una notable popularidad en el mercado artístico estadounidense. Entre sus obras más conocidas cabe destacar “La alcoba nupcial” y “Mona Lisa a los doce años”. Su traslado a París coincidió con sus primeros trabajos escultóricos, los cuales formalmente compartían las características de su obra pictórica.

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En la década de 1980, Fernando Botero se convirtió en uno de los artistas vivos más cotizados del mundo, y algunas esculturas suyas realizadas en bronce, mármol y resina fundida (Mujer a caballo, Perro, La corrida, etc.) pasaron a ser parte integrante del paisaje urbano de varias ciudades, el tiempo de una exposición o permanentemente, así París y Nueva York.

Al celebrado compromiso del maestro con una visión satírica con volúmenes opulentos, tanto de modelos ilustres de la pintura universal como  de sujetos de la cotidianidad popular, de hombres y más de mujeres, se agregó el tema de la violencia real, más allá de “violentar” la belleza.

A la llegada del siglo XXI, el dramatismo del momento histórico de Colombia en años recientes y la actualidad le inspira dibujos y pinturas, muy duros, denunciando los horrores del crimen, los abusos en contra de los débiles, la violación de los derechos humanos. El conjunto  de ”La Violencia en Colombia” fue generosamente donada al Museo Nacional de Colombia, igualmente una secuencia sobre las torturas infligidas en la prisión de Abu Ghraib durante la Guerra con Iraq. Llegado a la cima de la gloria, Fernando Botero condenó pictóricamente las agresiones a la condición humana.

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De lejos sobrepasan las 200 exhibiciones individuales, entre dibujos, pinturas y esculturas. Millares de artículos se han escrito sobre su obra… y se  publicaron decenas de monografías, siendo la última –¡tal vez!- en 2018, “Las mujeres de Botero”. Comparte residencia y talleres entre Colombia, Francia, Italia y Mónaco.

De una generosidad excepcional, él ha donado al Banco de la República 208 obras,  123 de él -pinturas y esculturas-  y 85 de artistas internacionales. Es, en Bogotá, el Museo Botero.

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Ahora bien, a los 89 años, el maestro Fernando Botero sigue trabajando, en pintura sobre todo, con dedicación, energía y pasión. Es el único artista cuyo nombre ha definido un estilo de pintura: el “boterismo”. Vale también señalar que todos lo (re)conocen en todo el mundo… y el mismo Fernando Botero ha dicho, con su buen humor, que, en China, ¡“los niños chicos reconocen un Botero”! 

Botero por Botero.” 

“¡Hay que mirar mis cuadros para comprender! En mi opinión, yo trato de expresar una realidad que he conocido en mi niñez y mi adolescencia en América Latina, porque yo siempre creo que el arte, para ser universal, debe empezar por ser local o “parroquiano”.

Fernando Botero en Santo Domingo

Algunos coleccionistas tienen obras de Fernando Botero.  Hubo también la exposición “El Dolor de Colombia” en la Galería Nacional de Bellas Artes, y, permanentemente, en el exterior del Malecon Center, se yergue una escultura de Botero, “Los Bailadores”. 

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