Simón Espinal, un nombre que resuena en los rincones del arte fotográfico, un artista de la luz y la sombra, y un arquitecto de momentos eternos. Su viaje comenzó en 2008, cuando tomó su primera cámara en mano. Sin saberlo, había encontrado un portal hacia un mundo caótico pero fascinante, un mundo que lo llamó y al que respondió con una pasión inquebrantable.
Cuatro años después, en 2012, la experiencia y el conocimiento se fundieron, y Simón se sintió finalmente un fotógrafo profesional. Desde entonces, la fotografía se convirtió en el lenguaje visual que enriquecería su vida día a día, llevando su arte desde pasarelas de diseñadores internacionales hasta eventos de bodas y más.
El amor duradero de sus padres fue lo que impulsó a Simón Espinal a sumergirse en la fotografía de bodas. Un matrimonio sólido y lleno de respeto y amor fue el espejo en el que Simón vio reflejado su deseo de capturar esos mismos sentimientos en las vidas de otros. Cada boda que fotografía es una celebración mágica, un festín de risas, detalles y sonidos que él inmortaliza con honor y agradecimiento. Para él, ser parte de estos momentos no es solo una responsabilidad, es una oportunidad para llenar su alma con la belleza del amor verdadero.
La moda atrajo a Simón por su naturaleza cambiante, su evolución constante que desafía la definición y forma. Comenzó su carrera en este campo fotografiando a bloggers dominicanas, y pronto su talento se propagó por las redes sociales, abriéndole puertas en el vibrante mundo de la moda. Su trabajo en las prestigiosas pasarelas de New York Fashion Week y Paris Fashion Week fueron experiencias revitalizantes, donde la belleza y la emoción se encontraban en cada rincón. Sin embargo, las pasarelas dominicanas siempre ocuparán un lugar especial en su corazón, recordándole sus raíces y la riqueza de su cultura.
La evolución es el motor que impulsa a Simón Espinal. Siempre en busca de mejorar, de encontrar nuevas formas de expresar su arte, Simón no se conforma con el statu quo. Su inquietud por perfeccionar su oficio lo ha llevado a ser considerado uno de los mejores fotógrafos en la República Dominicana, aunque él mismo no se atribuya ese título. Para él, su arte debe hablar por sí mismo, y es esta humildad y dedicación lo que lo distingue en el mundo de la fotografía.
Aunque se graduó con honores en publicidad, el llamado de la fotografía fue más fuerte. Las clases de fotografía dentro y fuera de la universidad fueron la chispa que encendió su pasión. Con experiencia acumulada y un deseo ardiente de capturar el mundo a través de su lente, Simón dejó la publicidad para seguir un camino que lo llevaría a ser uno con su cámara, un camino del que jamás se arrepentiría.
Una de las etapas más significativas en su vida fue enseñar en la Escuela de Chavón. Allí no solo impartió conocimientos, sino que también aprendió de sus estudiantes, viendo su arte desde perspectivas frescas y diversas. Este intercambio enriquecedor le permitió transmitir su amor por la fotografía a la próxima generación.
