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El duelo en Navidad

REPORTAJE ESPECIAL

por Rosa Mariana Brea Franco fotos Fuente externa

Como psicoterapeuta de duelo, el mensaje que quiero transmitir es que no se deben vivir estas fechas de unión familiar como si nada hubiera pasado, en una negación de la realidad. 

Desde el mes de octubre en nuestro país, se comienza a sentir en el ambiente los aires navideños: las tiendas decoradas y las comidas típicas de esta época. La temperatura refresca y presagia que estamos entrando en una nueva temporada.

La Navidad es para muchas personas la época más hermosa y esperada de todo el año. Se programan reencuentros con seres queridos que viven en otras tierras, asimismo es en la navidad donde se realizan nuevos propósitos personales para el año venidero, e incluso se deciden perdonar agravios y reconciliarse con familiares y amigos.

No obstante, muchas veces en medio de las celebraciones, compra de regalos y aturdimiento entre tanta algarabía, se olvida que existen personas que están viviendo pérdidas muy recientes de diversa índole. La reacción natural de muchos es tender a alejarse de estos dolientes por no saber qué hacer o decir o simplemente porque no quieren dejarse “contagiar” de la tristeza.

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Si en una familia se ha vivido o se vive un duelo en medio de la navidad, lo más recomendable es que entre todos se dialogue como cada uno quiere que se manejen los días difíciles, como son: la cena de nochebuena, la despedida del año, entre otros momentos significativos que puedan coincidir como fecha de cumpleaños y aniversarios. Entre algunos de los temas que se deben ventilar podemos mencionar la decisión en decorar la casa para la navidad o como y donde se van a pasar las fechas significativas mencionadas. En estas conversaciones se deben tomar en cuenta las edades de los niños y como estos de acuerdo a su etapa de desarrollo cognitivo comprenden el duelo. Al igual que los adolescentes que si bien por su desarrollo mental pueden entender mejor lo que es un proceso de duelo, muchos carecen de la madurez emocional para manejarlo adecuadamente y deben ser guiados por los adultos cercanos.

No existe una fórmula o recomendación especial de lo que está correcto o incorrecto en estas fechas, pero sí sabemos lo que no ayuda: esconder los sentimientos y/o evadirlos en alcohol, abuso de sustancias o compras compulsivas, bajo la observación callada de familiares y amigos que muchas veces juzgan estas conductas como irresponsables e insensibles.

Muchas personas deciden pasar estas fechas fuera de la ciudad o en otro país, si ésta es una decisión apoyada por todos los miembros de la familia no es contraproducente. Lo que sí es importante donde quiera se encuentre el doliente y su familia es que se dedique un momento cuando todos estén juntos a   recordar al ser querido que partió en el año, haciendo si posible un pequeño ritual informal incluyendo siempre a los niños de todas las edades. 

Ejemplos de rituales informales serían: contar anécdotas vividas con el ser querido que ya no está, recopilar un álbum con fotos de momentos compartidos, cantar o escuchar una canción que le gustaba a la persona, leer una reflexión, un poema, compartir una oración especial, preparar comidas que se solían disfrutar.  El mensaje que queremos transmitir es que no se deben vivir estos momentos como si nada hubiera pasado, en una negación de la realidad, pensando que será menos doloroso; estas actividades pueden ocasionar nostalgia o deseos de llorar, lo que es comprensible, hace daño “tragarse” la pena que luego va a reflejarse en nuestro cuerpo en muchas manifestaciones físicas.

Hay muchas personas que no han despedido a seres queridos fallecidos, pero que sí han tenido situaciones difíciles como: separaciones o divorcio, diagnóstico de una enfermedad, familiares desaparecidos o dificultades económicas; estas personas necesitan ser comprendidas y respetadas en sus pérdidas.

Lo que más ayuda en estas situaciones de duelos es el apoyo autentico de los demás, estar presente no para que la persona haga lo que nosotros queremos, ni imponerle que debe divertirse, y olvidar su tristeza o infortunio, todo lo contrario, esto lo que hace en los dolientes es desear estar solos para evitar las demandas de los demás de que debe “estar bien”, lo más importante es respetar el ritmo de cada persona para vivir su proceso de duelo. Es importante que aprendamos a desarrollar la empatía y la compasión hacia el otro que está atravesando una situación dolorosa y difícil; sabemos que vivimos en una cultura que niega la pena, que propicia la risa, aunque se desee llorar enmascarando la tristeza, que invita al embotamiento de los sentidos para aturdirse y no pensar.   Es necesario permitir un espacio de silencio, de introspección y un estar presente sin demandar que se haga tal o cual cosa. ¿Si profundizamos en esta actitud de querer que los demás no hablen de sus sentimientos, acaso no estamos con esto también escondiendo nuestros propios duelos?

Por último, no podemos dejar de lado el momento que estamos viviendo, momentos de duelos colectivos: muertes de personas por delincuentes, feminicidios, muertes trágicas por suicidio, accidentes y desastres naturales. Además de vivir una larga postpandemia que ha arrastrado no solo secuelas físicas del covid-19, sino también muchos trastornos de ansiedad y depresión junto a un sentimiento de desesperanza.

Cada año nuevo que inicia se acompaña de incertidumbres y temor del futuro con nuevos retos a enfrentar.  En conclusión, estamos viviendo muchas situaciones de pérdidas reales e intangibles que nos dejan huellas sicológicas que, aunque no nos percatemos conscientemente repercuten en nuestro bienestar.

¿Que podemos hacer? Esto debe motivar a realizar una reflexión. Por ejemplo, evaluar cómo estamos viviendo el día a día, qué actividades podemos realizar que nos puedan ayudar a mantener la calma interior, cada persona deberá buscar en sí mismo lo que le resulte significativo para lograr estos objetivos.   Es esencial dormir bien, alimentarse adecuadamente, no querer abarcar más de lo que podemos hacer en el trabajo o en las responsabilidades cotidianas, compartir con amigos, estar en silencio, en contacto con la naturaleza, mantenerse en el aquí y ahora, son estrategias importantes que nos ayudan.

En cuanto a lo colectivo, ver respuestas firmes de las autoridades para lograr mayor seguridad en nuestras calles, fomentando la confianza, para vivir en una comunidad más solidaria y por supuesto seguir educándonos para que aprendamos a manejar la violencia en la familia, la escuela y la sociedad en general.

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