Sigue los pasos de su maestra, Alicia Alonso; Viengsay Valdés, discípula en vida de la bailarina responsable de impulsar esta forma de las bellas artes en la region latinoamericana busca continuar rindiendo tributo a la fenecida leyenda de la danza clásica. Y, desde la dirección general del Ballet Nacional de Cuba (BNC) continúa empujando las artes hacia el centro de la vida, hacia el centro del todo, extendiendo así las enseñanzas adquiridas durante años de dedicación y entrega a esa pasión que ha dado sentido a su vida. Hoy, en la antesala del 75 aniversario del Ballet Nacional de Cuba, y previo a una presentación exclusiva del gran clásico de la danza, El Lago de los Cisnes, en el Teatro Nacional Eduardo Brito, donde llenarán de emociones cada rincón de la Sala Carlos Piantini, conversamos con ella sobre danza, arte y cultura; y recordamos a su gran maestra la Prima Ballerina Assoluta: Alicia Alonso.
Viengsay es hoy el legado vivo de esta leyenda cubana, y desde la plataforma que ha dejado como herencia para el arte y la cultura, no solo de cuba, sino de toda la región, continúa apostando por el talento y por la preparación de cientos de jóvenes que encuentran en la danza clásica su pasión.

Alicia era una mujer incansable. Para Alicia, el ballet, la danza en general, era la vida… Y su vida, eran el ballet y la compañía.
Viengsay Valdés
RITMO SOCIAL: El Ballet Nacional de Cuba arriba a sus 75 aniversario este 2023, una institución artística y cultural que se ha consolidado y fortalecido con los años. ¿Qué significa para usted alcanzar este importante acontecimiento en la dirección del BNC?
Viengsay Valdés: Un gran honor, pero ante todo, un reto y un gran compromiso.
Honor, porque el BNC es, como se sabe, el principal conjunto danzario de mi país y está considerado por la crítica especializada como uno de los más importantes de América Latina y del mundo. Un reto, porque desde el 1° de enero de 2020 —el mismo año del Centenario de Alicia Alonso—, cuando se me designó como Directora General, se me designó una de las responsabilidades más difíciles —tal vez la más difícil— de toda mi vida profesional, dificultad que se acrecienta con mi condición de bailarina y madre. Un compromiso por lo que significa ser continuadora y heredera del legado de Fernando Alonso, el primer director que tuvo nuestra agrupación (desde su fundación en 1948 y hasta 1975) y de Alicia Alonso (desde 1975 hasta su fallecimiento en 2019).
RS: ¿Cómo ha logrado el Ballet Nacional de Cuba mantenerse por más de siete décadas apegándose a la calidad que les ha convertido en un referente de la danza en la región?
VV: Lo voy resumir con tres palabras esenciales: trabajo, disciplina y perseverancia. Ahí radica el principio de todo éxito en la vida, pero además, siendo fiel a su historia y a su tradición, y proponiéndonos siempre enfocarnos en mantener los estándares de excelencia creados y establecidos por nuestros fundadores, sin dejar de pensar en el futuro de la compañía.

Viengsay ValdésTuve el privilegio de estrenar varias coreografías de Alicia, algunas de ellas creadas especialmente para mí, o concebidas sobre la base de mi personalidad artística
RS: El BNC es uno de los más trascendentales legados de la legendaria bailarina clásica Alicia Alonso. Desde su gestión, ¿cómo continúa extendiendo ese legado a las nuevas generaciones de bailarines?
VV: Siendo fiel a lo que Alicia nos inculcó y transmitiendo sus enseñanzas a los jóvenes bailarines que son el futuro de la compañía. El ballet es, quizás más que ninguna otra de las manifestaciones artísticas, un arte de tradición. Es como una gran cadena integrada por distintos eslabones (las diferentes generaciones). Nos corresponde a nosotros transmitir a las nuevas generaciones lo que aprendimos de nuestros fundadores y de todas las generaciones que nos precedieron. En octubre, por ejemplo, tendremos una gran temporada para festejar el aniversario 75 de nuestra fundación, y ese ha sido mi propósito fundamental para este jubileo: celebrar los orígenes, la evolución y el futuro de la compañía, partiendo de las grandes riquezas coreográficas que integran el repertorio del BNC: desde las versiones de los grandes clásicos, realizadas por Alicia Alonso, algunas de las cuales forman parte del repertorio de otras grandes compañías; hasta las obras emblemáticas de Alberto Alonso, Alberto Méndez, Gustavo Herrera o Iván Tenorio, por citar sólo a alguno de los más importantes creadores cubanos.
RS: Usted tuvo el privilegio de ser discípula en vida de la Prima Ballerina Assoluta, Alicia Alonso. Más allá de la danza, ¿qué enseñanzas le dejó y de qué manera lo aplica en su gestión del BNC? ¿Qué fue lo más retador y lo más gratificante de trabajar con ella?
VV: ¿Lo más retador y gratificante de trabajar con Alicia? ¡Trabajar con ella!
Alicia era una mujer incansable. Para Alicia, el ballet, la danza en general, era la vida… Y su vida, eran el ballet y la compañía.
Tuve el privilegio de estrenar varias coreografías de Alicia, algunas de ellas creadas especialmente para mí, o concebidas sobre la base de mi personalidad artística: Diálogo a 4 con música del compositor cubano Ignacio Cervantes; La flauta mágica, cuya partitura original le facilitó el Maestro Richard Bonynge, uno de los directores musicales más importantes de nuestra época y bajo cuya batuta —también por decisión de Alicia—, bailé esa obra en el año 2010; Lucía Jerez, un ballet inspirado en la novela homónima de José Martí, con libreto de Fina García Marruz, una de las voces más importantes de la poesía cubana e hispanoamericana; o que me designara la comprometedora responsabilidad de protagonizar algunas funciones importantes, como por ejemplo: la apertura de la temporada del Festival “Los veranos de la danza de París”, de 2007, que ese año se le dedicó al BNC, o elegirme para protagonizar los dos registros videográficos oficiales con los que, hasta el momento, cuenta el BNC: Don Quijote, para la prestigiosa firma BelAir, grabado en el Grand Palais, de París, en julio de 2007; o La bella durmiente del bosque, producido por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), un ballet que, también por decisión de Alicia, protagonicé (¡y debuté!) en la primera función que se ofreció de esa obra después de veintidós años ausentes de los escenarios cubanos. Aquella representación se produjo durante el 21° Festival Internacional de Ballet de La Habana, celebrado en 2008, el mismo año que la compañía festejaba el aniversario 60 de su fundación, hechos que le añadían más relevancia y trascendencia.
Cuando en Cuba —en diciembre de 2003—, se estrenó su personalísima versión de Romeo y Julieta, bajo el nombre de Shakespeare y sus máscaras o Romeo y Julieta, ballet que había tenido su première mundial en España, en el verano de ese mismo año, Alicia decidió que fuera yo la que intérprete de la joven Capuleto.
Recuerdo una vez, en medio de una fiesta de cumpleaños, cuando llegué a su casa para felicitarla, hizo que nos apartáramos del resto de sus invitados, y en ese mismo instante comenzó a darme consejos sobre el ballet y empezó a trabajar conmigo en un nuevo proyecto coreográfico. ¡Así era Alicia!
RS: Hoy le toca a usted ejemplificar la pasión, la fuerza y la calidad de la danza que popularizó Alonso en la región. ¿Cómo la recuerdan usted y los miembros del Ballet Nacional de Cuba durante este 75 aniversario de su fundación?
VV: La mejor manera de recordar a Alicia Alonso es respetando su legado y siendo fiel a sus propósitos, aspiraciones y enseñanzas.
Tras la muerte de Mirta Plá, una gran bailarina cubana, Alicia reunió a la compañía para darnos la triste noticia. Sus palabras en esa ocasión me conmovieron porque creo en ellas de la manera más absoluta: Alicia vivirá siempre que exista un bailarín cubano, siempre que exista la escuela cubana de ballet y en cada clase, en cada ensayo y en cada representación del Ballet Nacional de Cuba.

RS: ¿Cómo ve el futuro del BNC rumbo a los cien años de su fundación formando artistas de la danza?
VV: Como una compañía renovada, respetuosa y al mismo tiempo digna heredera de su historia, su importancia y significación en el contexto cubano y universal. Con un repertorio amplio y diverso, en el que, ¡por supuesto!, no falten los grandes clásicos —no puede olvidarse que desde siempre y en la actualidad, el BNC es considerado como uno de los conjuntos danzarios más fieles en la interpretación de los estilos históricos del ballet: el Romanticismo y el Clasicismo—, y enriquecido con las obras contemporáneas, tanto de creadores cubanos como extranjeros.
El futuro del BNC lo veo como una agrupación que continúa inspirándose en los anhelos de Alicia, Fernando y Alberto Alonso, quienes lograron fundar una compañía auténticamente cubana, fiel a nuestra idiosincrasia y nuestra riqueza cultural como nación. Y cuando hablo de inspirarnos en nuestros fundadores, quiero decir, también, manteniendo ese legado y renovándolo, haciéndolo vigente, con el desarrollo de un trabajo riguroso, sobre la base del talento de coreógrafos, músicos, diseñadores… que sean capaces de crear obras para los hombres de esta época, ballets que nos identifiquen, y que nos hablen a los hombres de la época en la que se crean.
RS: El Lago de los Cisnes, un emblema de la danza clásica que llega nuevamente al Teatro Nacional Eduardo Brito, esta vez de la mano del Ballet Nacional de Cuba. ¿Cómo hacen suyo los cubanos El Lago de los Cisnes?, y ¿qué se puede esperar de esta producción?
VV: Al hoy Ballet Nacional de Cuba, entonces Ballet Alicia Alonso, le corresponde el honor de haber sido la primera compañía de América —de toda América— en incorporar a su repertorio la versión completa de El lago de los cisnes, obra esencial de la historia de la danza.
Durante un largo proceso de depuración y profundización, que comprendió varias décadas, Alicia Alonso, considerada una de las más geniales intérpretes de los personajes de Odette y Odile, emprendió, sobre la base de su experiencia, un cuidadoso trabajo con la coreografía, el estilo y la dramaturgia de El lago de los cisnes. Retomó todos los elementos reconocidos como originales, y siguió un riguroso criterio para fijar el estilo de este ballet, además de subrayar la coherencia narrativa de la trama.
La versión cubana de El lago de los cisnes incluye momentos de gran virtuosismo, tanto en los casos en que la danza se muestra puramente académica, como en los bailes de carácter.
Por eso la crítica especializada ha reconocido la atmósfera de credibilidad, la armoniosa integración entre drama y baile y la unidad entre todas las partes de la obra, que se advierte en la propuesta de la Alonso.
En la versión cubana se ha hecho un énfasis muy marcado entre el ambiente realista de los actos primero y tercero, y la atmósfera sublunar y misteriosa de los llamados “actos blancos”.