Fotos: Fuente externa
«Oh alma, estás en reposo. Vuelve al Señor en paz con él, y él en paz contigo». Cualquier turista habrá fotografiado esta frase que domina la entrada principal. Del Corán proviene y pone en contexto la esencia espiritual de este impresionante mausoleo que deslumbra por su diseño y cautiva por la historia que lo sostiene más allá del mármol blanco de su construcción.
Una maravilla arquitectónica que rinde homenaje monumental y póstumo a una mujer… Taj Mahal es la morada eterna de Muntaz Mahal y refleja tanto el amor del emperador Sha Jahan, su marido, como la grandeza artística de una cultura milenaria, cuyos principios sobreviven igual que la tumba.
Los textos sobre esta obra coinciden en que se trata de un bello ejemplo de la arquitectura mongola (dominante entre los siglos XVI, XVII y XVIII, en la India) y que combina en sí mismo elementos de las arquitecturas islámica, persa, india e incluso turca.
Erigido aproximadamente entre 1632 y 1653 en la ciudad de Agra, a orillas del río Yamuna, incluye un conjunto de edificios además del mausoleo propiamente. Tres muros de piedra arenisca roja bordean el complejo que se abre al río y, al otro lado, el jardín Luz de luna.
Hay otros jardines en el emplazamiento de 17 hectáreas (170,000 metros cuadrados), levantado a casi 15 metros sobre el nivel del mar y cuya calculada simetría refuerza la idea de paraíso y la vida futura que el emperador deseaba recrear para el descanso eterno de su elegida (Muntaz Mahal significa en persa la «Elegida del Palacio»).
Los millones de visitantes que recibe cada año Taj Mahal pueden apreciar detalles que coronan el amor expresado en esta tumba monumental, como las piedras preciosas incrustadas, caligrafía persa (pasajes del Corán), esculturas, bajorrelieves, motivos florales o diversas formas geométricas, logradas con una variedad de técnicas muy ricas.
Taj Mahal es Patrimonio de la Humanidad desde 1983 (Unesco) y una de las siete maravillas del mundo moderno desde 2007 (elección realizada por una empresa privada).
Leyenda, belleza y otras historias para recordar
Se habla de que el emperador no quiso que se repitiera de forma alguna su obra de amor a la mujer con quien procreó 14 hijos. Aunque los relatos de mutilación y ceguera de arquitectos y obreros han corrido durante siglos, no se ha hallado evidencia que los validen. Sí se conoce de la tristeza de Sha Jahan por la muerte de Muntaz durante el parto de su último vástago.
Cada vez que un visitante traspasa el rectángulo del gran jardín central y alza la vista hasta la majestuosa cúpula de mármol blanco, revive la historia de amor cuyo final lleva al verso del poeta indio Rabindranath Tagore: «Una lágrima en las mejillas del tiempo».