Catalogado como el perfume más caro del mundo, el Imperial Majesty, creado a petición de la reina Victoria de Inglaterra en 1872, fue elegido para los pasajeros de primera clase del famosos barco Titanic. Era considerado una joya y por esto las damas que lo utilizaban, lo llevaban como una pieza en el escote y sobre el corsé para que fuera visto por todos. El mismo, se vendía a bordo y en el inventario consta que viajaban tres cajas completas.
Las damas de la alta sociedad eran las principales clientas del señor William Sparks Thomson, fabricante del famoso perfume y también de jabones, y entre todas las clientas, la más destacada era la reina Victoria. Sparks inició el negocio con unas sales revitalizantes de aroma a lavanda, obteniendo un éxito rápido e intenso. Gracias al prestigio que había ganado, la reina le permitió que utilizara la imagen de su corona en el frasco de el perfume.
En 1879 la compañía exportaba medio millón de botes de perfumes a 47 países de todo el mundo, convirtiéndose en la perfumería de moda entre la élite.
En el año 2007 fue catalogado como el más caro del mundo, al conocer la cifra de su venta. Esta costosa fragancia alcanzaba 195,000 euros y era vendido a la fecha a través del internet.
El perfume concentra la esencia de 170 rosas. Su proceso de fabricación puede tardar hasta un año y se necesitan más de un centenar de ingredientes, entre ellos: sándalo indio, jazmín árabe, vainilla de Tahití y las rosas son cultivadas en países como Francia, Bulgaria o Egipto.
El envase más caro
Su envase, también es el más caro del mundo, elaborado en cristal de bacarat de 500 mililitros, de fabricación limitada y exclusiva, éste frasco incluye un diamante blanco en su cuello y en su tapón una reproducción de la corona de la reina Victoria.
La elaboración de cada uno de estos envases, de cinco kilos de peso, «persigue la perfección», según Victoria Christian, representante de la empresa Clive Christian, quien explicó cómo de cada trece botes que se fabrican «suele salir uno perfecto y se tiran los otros doce por tener el más mínimo defecto».
