l CARISMÁTICA.
Esta cubano-americana es una estrella que brilla con luz propia. El privilegio de una espléndida voz, diseñada naturalmente con fuerza y altura, son los atributos que la han postulado como una soprano, que velozmente se ha ganado el reconocimiento público, y por ser, además, el vivo retrato de los personajes que interpreta en las operetas.
A pesar de que sus padres no la influenciaron en el mundo artístico, fueron cómplices para que se encaminará en el canto. Nos comenta que desde que era una niña, siempre estaba cantando las canciones que su madre le cantaba, cuando aún vivían en Cuba. “Desde que tengo uso de razón, me visualizo cantando; el canto ha sido siempre parte de mi vida, desde que lo recuerdo.”
A partir de allí, comenzó a gestarse esa chispa por el canto, y gracias a la ayuda de sus padres, al ver que tenía una hermosa voz, la iniciaron en sus primeros pasos, con un maestro de canto lírico, quien le enseñó las primeras técnicas de canto, preparándola en lo que hoy día es su norte: la ópera.
En el escenario, Nathalie revela que trata de dar lo mejor de sí misma, porque de esa misma forma, ella recibe del público; es como un intercambio de emociones y de ‘energía’, a través del contacto con la gente, del que se nutre.
Para Ávila la música es la expresión más elevada y poderosa, que conecta al ser humano con otros, que revela el estado emocional del artista, por eso siempre lleva como estandarte la profesionalidad y el control de sus emociones cuando interpreta un papel en la ópera: “Hay veces que me siento con ansiedad o ‘en expectativa’, cuando tengo que subirme al escenario. Sin embargo, trato de dominar mis emociones y de reflejar lo mejor de mí. El truco está en ser profesional en todo momento”.
Nathalie Ávila posee la fusión perfecta entre una belleza imponente y una voz sublime, que hace viajar las emociones de quien la escucha.
Su talento y su manejo en el escenario le han permitido participar de grandes producciones de ópera como: Mimí en “La Bohème”, Opera Naples y Miami Lyric Opera, donde fue elogiada por su “tono precioso en su aria final”, Sono Andati. Ha interpretado, además, el papel principal de Suor Angelica, en el Festival de Música de Verano de Miami, donde fue elogiada por críticos.
Confiesa que el ser una soprano es todo un ejercicio, y como tal, debe ser disciplinada, mantener una óptima salud cardiovascular, una alimentación adecuada; pero sin restricciones a ingerir ciertos alimentos. Por eso, jocosamente, dice: “Nunca me limitaré a disfrutar de un buen café, como buena cubana (risas)”.
Nathalie nos comentó el orgullo y el honor que es para ella ser parte del elenco internacional de la opereta “La Princesa de las Csárdás”, más conocida como “La Princesa de los Gitanos, que será presentada por primera vez en República Dominicana el 15 y 16 de julio, en la sala principal del Teatro Nacional, junto al también cubano, Israel González y un gran elenco de artistas dominicanos.
