P.S.IT’S FANCY.
Más que moda es estilo. La historia de una pieza temporal que empoderó a la mujer de la época, «haciéndola libre», cada vez, desde entonces.
La etiqueta iba de Yves Saint Laurent, pero quien lo vestía invitaba a la revolución. No era la primera vez que la moda se prestaba para este tipo de «protestas» donde el objetivo era la emancipación femenina, liberar a la mujer de paradigmas, permitiéndole lucir lo que quisiera de la manera más elegante y poderosa. Y con eso de «quisiera», nos referimos a esas piezas que se pensaban solo para hombres, como los pantalones, ese movimiento Garçon (andrógino) que inició Coco Chanel unos 30 años antes (junto a la osadía de la actriz alemana Marlene Dietrich de lucir un esmoquin en la película Morocco, su primera película de Hollywood, en la misma década de los 30); fue lo que retomó el afamado modisto francés de origen argelino en aquella pasarela del 1966.
Un traje de dos piezas: chaqueta y pantalón, en la más sensual de las siluetas femeninas, fue el principio de un discurso que continuó proclamando y reafirmando en cada colección hasta su retiro de la industria en 2002 (aunque su firma continúa el legado, reinventando el smoking en cada colección del presente). Es cierto que ya se conocían los conjuntos de chaqueta para mujer, la alta sociedad parisina, incluida la duquesa de Windsor, Wally Simpson, los hicieron populares cuando la diseñadora italiana y eterna adversaria de Chanel, Elsa Schiaparelli, los lanzó al mercado casi tres décadas antes; pero esta fue la primera vez en la historia que un diseño así se presentó como propuesta de alta costura femenina para las galas nocturnas.
El primogénito, de este género, de Yves Saint Laurent, iba de doble abotonadura y solapa en color negro. Se dice que el estilo personal de la artista francés aNiki de Saint Phalle, quien combinaría un traje de pantalón con corbata negra y zapatos de tacón, fue parte importante de su inspiración en ese momento. Con los años, supo explorar y coquetear con las texturas, los colores y las formas, llevando el tradicional smoking a versiones vestido y jumpsuit.
Para él, esto era mucho más que dos piezas, era todo un look donde la mujer le decía al mundo que para ella no existían los límites de ningún tipo, pero sobre todo sociales. De allí el nombre que hace referencia a las chaquetas de fumar que utilizaban los hombres durante el siglo XIX, que se llamaban así porque sus solapas de seda fueron diseñadas para permitir que cualquier ceniza que caía de los cigarros, o cigarrillos, se deslizara, manteniendo la chaqueta impecable.
Etimología
SMOKING. EL vocablo proviene del verbo «smoke» (fumar); de hecho, es su gerundio: «fumando». Esto porque en el siglo XIX este traje se utilizaba comúnmente en las fiestas de la alta sociedad, donde el placer de fumar estaba bien visto. Además de los «smoking rooms», locales que surgieron en la época, donde los caballeros se reunían varias veces por semana a charlar y disfrutar del tabaco importado.