RITMO DEL ARTE.
texto: Nathalie Hernández / fotos: Fuente externa
Por amor se es capaz de hacer grandes obras. Se sacrifica (en ocasiones), hasta lo imposible e inimaginable. De no ser así, no es amor (subjetivo). Todo cuanto hacemos y sacrificamos en nombre del amor, además de la pasión y lo que despierta este sentir en nosotros, ha sido desde siempre fuente de inspiración para artistas de todas las ramas.
Gracias a este sentimiento, canciones y poemas han dado la vuelta al mundo. Pero, como he dicho antes, el amor ha permeado todas las disciplinas del arte, sin excepción. La literatura, la pintura y la escultura, son (a mi entender), las más tocadas, convirtiéndose en obras de referencia, cuando del tema se trata.
Un beso, una caricia, una mirada, un amor prohibido… movieron las manos de diversos artistas, para manipular sus plumas, pinceles y cinceles, que se convirtieron en varitas mágicas, capaces de hacer permanecer en el tiempo sus obras de amor.
Pocos son capaces de olvidar su primer contacto sexual, lleno de inocencia y ternura. El gran pintor William Adolphe Bouguerau, inmortalizó el primer beso de dos inocentes en su obra El primer beso. Francesco Hayez, atrapado por la magia de un beso, tomó su pincel y de este surgió una pintura que irradia pasión en cada trazo. El Beso retrata la euforia con la que dos jóvenes enamorados se besan intensamente.
Otro artista que se dejó envolver por la magia de un beso, fue el simbolista austriaco Gustav Kilmt, autor de la mundialmente conocida: El Beso. Una obra que, más allá de un beso, muestra cómo se funden con ímpetu los cuerpos de sus protagonistas, dejando en evidencia la locura de ese amor.
René Magritte se atrevió a ser cómplice de una relación prohibida, dando vida y encubriendo a los actores de la misma. Bajo una manta se visualizan Los amantes, sumergidos en un profundo beso.
Entregados en cuerpo (y quizás también en alma), a través de un beso en el icónico balcón de su historia, Sir Frank Dicksee retrató con su pincel a Romeo y a Julieta. Romeo and Juliet está inmortalizada en la galería Hampshire, Southampton City Art Gallery.
Al igual que las cinco obras citadas, existen otras tantas inspiradas en el sentir que es capaz de mover al mundo; unas reales, otras simplemente existieron en el deseo de sus creadores. Algunas simplemente evocan a personajes tan míticos como Eros o Venus. Una de esas obras es El nacimiento de Venus, del pincel y lienzo de Boticelli.