Fotos: Fuente externa
El mundo rinde tributo a la mujer que reinó siete décadas con un alto sentido de compromiso, apegada a los cánones de su función en medio de trascendentales cambios históricos, sociales y económicos.
Su majestad asumió el trono como un sacerdocio, el reinado más largo de la historia británica, llevando una vida sin ninguna tacha, siempre manifestando una enorme prudencia en sus acciones.
Diversas figuras del escenario internacional la recuerdan, expresando algunas de las cualidades que adornaron su personalidad y larga trayectoria de servicio; entre ellas destaca su gran sentido del deber heredado de su padre hasta el último respiro, lo que le ayudó a mantener el equilibrio en momentos en que la monarquía ha atravesado algún periodo de crisis.
Asumió con responsabilidad suprema la corona y antepuso el país por encima de sus propios sentimientos, su persona y su familia. Por eso, en este fatídico día el mundo honra su memoria, resaltando el respeto, la honorabilidad por la institución, su entereza, elegancia, su cercanía con el público y sus súbditos.
La reina Isabel II, en pleno ejercicio de su facultad como monarca y jefa de Estado del Reino Unido, se destacó por ser una mujer recta, ejemplar, institucional. Por tal motivo, deja plasmado en nuestros corazones una de sus frases inmortales que van muy acorde con su personalidad y todo su accionar: «Las palabras son hojas, la sustancia consiste en las obras, que son los verdaderos frutos de un buen árbol».