La palabra belleza ha estado presente en la humanidad desde hace milenios, siendo la definición de todo aquello que nos resulte hermoso o agradable a la vista. Sin embargo, con el pasar de los años, el concepto ha variado y evolucionado, lo que indica que está ligado a la historia y los estigmas de lo bello que tenga la sociedad humana en esa época, siendo la Grecia y la Roma antigua los mejores referentes de esto.
Para los antiguos griegos, la belleza estaba enfocada en lo simétrico, las medidas perfectas y las proporciones ideales, en especial en el cuerpo masculino, y el ser bello por fuera estaba estrechamente ligado al atractivo interior, haciendo que los chicos griegos alardeaban de ser triplemente bendecidos, por ser inteligentes, hermosos y amados por los dioses.
A su vez, la belleza atribuida a dioses como Afrodita, Apolo, Hermes, Eros, entre muchos otros, dio lugar a que los rasgos de estas divinidades influenciaran el pensamiento de la Grecia antigua, llevando al mito de que, si se comparaba la belleza mortal con la inmortal, se recibiría el castigo divino impuesto por estas deidades.
Por otro lado, fueron amantes del cuidado personal mediante el uso de ungüentos y aceites, así como amantes de la moda que estaba ligada a la fuerza social y económica. En cuanto a la arquitectura, también perduraba el enfoque por lo simétrico y lo perfecto.
Esta filosofía también estaba presente en su arte, siendo la Venus de Milo un referente perfecto de la misma. Es una representación de mármol de la diosa Afrodita que destaca por su belleza idealizada y su elegante postura. A pesar de sus brazos faltantes, sigue cautivando con su gracia y perfección, simbolizando los ideales estéticos del período helenístico y el eterno atractivo de la belleza clásica.
Contra todo pronóstico, con la sacudida historia de la conquista de Grecia por parte de Roma, no llevó a que se perdieran sus estándares de lo bello, ya que los conquistadores adoptaron muchas de las ideas estéticas griegas sobre la belleza, especialmente en el arte y la escultura. Sin embargo, también aplicaron sus ideales propios y su enfoque cultural; estos, a diferencia de los griegos, eran más realistas, dejando atrás el deseo de lo perfecto, para optar por destacar las características individuales, las virtudes y el estatus social.
Los romanos valoraban sobremanera la higiene y la apariencia bien cuidada, por ende, los baños públicos eran fundamentales en su cultura, pues la belleza estaba ligada a la clase social, llevando a las mujeres a obtener looks mediante el uso de cosméticos, peinados elaborados y ropas llamativas. En el caso de los hombres, se seguía un poco la línea griega en cuanto a los rasgos marcados, pero con un enfoque más realista con un toque de idealización, y aunque a nivel de moda eran mucho más sobrios que las féminas, usaban túnicas y togas de calidad, en especial los que tenían un alto estatus social.
A nivel arquitectónico, los romanos dejaron bellezas como el Coliseo y el Panteón, reflejando el poder y la grandeza de Roma. La simetría, la proporción y la innovación técnica eran aspectos clave en la creación de espacios y estructuras que se consideraban bellos y funcionales.
Ambas culturas influenciaron el Renacimiento, llevando a la idealización del cuerpo humano, buscando proporciones perfectas y simétricas, marcadas por el realismo, lo que nos lleva a destacar el David de Miguel Ángel esculpido entre 1501 y 1504. Es una de las obras cumbres en cuanto a la perfección se refiere. Es una representación del héroe bíblico en un momento de tensión antes de enfrentar a Goliat. Con su detallada anatomía y elegante postura, el David simboliza la valentía y la perfección clásica, así como la dignidad, resistencia, belleza y heroísmo.
Se debe destacar que, si bien es cierto que los estándares de belleza han cambiado mucho, las civilizaciones antiguas siguen influenciándonos hasta el día hoy, dejándonos estereotipos de belleza que siguen siendo referentes, en múltiples niveles, regalándonos estilos que aún hoy, milenios después, están vigentes a nivel físico, artístico, arquitectónico y cultural.