Por Saulo Hidalgo, orador especialista en motivación, predicador católico, escritor y speaker. Fotos: Mammuth
Una vez más es Navidad. Para muchos, es una verdadera experiencia después del tiempo que teníamos sin poder programar una reunión familiar o de amigos y abrazarnos sin miedo al contagio del Covid. Pero hay tanta gente que hoy no siente la alegría que tradicionalmente nos traía la época de la Navidad o como en el lenguaje popular se decía “la brisa” o el “espíritu de la Navidad”. Pero la Navidad llega y siempre trae una cosa que todos estamos necesitando: esperanza. La Navidad es esperanza. No son fiestas, no es un carro nuevo, no es una pareja; no son hijos, no es un viaje, no es un logro. Navidad es esperanza. Hemos perdido muchas cosas, pero aún tenemos Navidad, aún tenemos esperanza.
Creo que es muy importante que permanezcamos optimistas a pesar de todo lo que hemos pasado en estos últimos años. Las situaciones, quizás devastadoras por las que muchos hemos atravesado, son las que deberían hacernos entrar en la espiritualidad de la Navidad, porque hoy, más que nunca, debemos celebrar que, a pesar de todo, hemos sobrevivido. Tenemos más razones para celebrar que las que nunca tuvimos porque nunca antes habíamos tenido tantos retos como los que hemos atravesado. Hemos sobrevivido. Aún estamos de pie. Porque siempre hay una vía para regresar después de las caídas. Siempre hay un retorno, una salida después del desastre, una ruta después del accidente.
Algo tan grande como Dios hace su entrada oficial en el mundo, en el vientre de una virgen, en un hogar pobre, pero lleno de esperanza. Tenían tanta esperanza, que transformaron una cueva en un hogar. A pesar de que no tuvieron un lugar decente donde recibir ayuda para un parto, la Sagrada Familia logró cambiar en su mente lo negativo del momento y celebrar la Navidad. Si puedes eliminar las cosas negativas de tu mente, estoy seguro de que podrás eliminarlas de tu vida. El problema es que mantenemos el negativismo y el fatalismo vivos en nuestra mente y eso los hace estar vivos en nuestra vida. Después de todo lo que hemos pasado, no podemos seguir con los mismos celos, las mismas inseguridades, maldiciendo todo y a todos.
La Navidad significa nacer de nuevo, un nuevo comienzo. Se comienza a escribir un nuevo testamento después de la Navidad. Por eso aseguro que Navidad es comenzar de nuevo, es reinventarte, es relanzarte, es rediseñarte. Tengo que dejar atrás las cosas que me hicieron daño, tengo que soltarme, tengo que liberarme de cada miedo, de cada angustia, de la ansiedad, de cada dolor, de cada cosa que no me deja dormir. Secretamente, nos hemos hecho tan dependientes de otras personas o de cosas para ser feliz y celebrar:
-Si solo tuviera eso
-Si solo alcanzara aquello
-Si solo tuviera ese talento
No tienes que vivir atormentado por la grandeza de otros. Es tiempo de que dejes de vivir atormentado por la grandeza o el éxito de otros. Lánzate de nuevo. Acércate al pesebre y examina los actores de la Navidad: José un carpintero pobre, María una jovencita de un pueblucho, animales, cueva, pastores y mucha alegría. Mucha esperanza. No sé cómo, pero este niño cambiará el mundo. No sé cómo, pero me llamarán dichosa. Ellos no conocían lo que traería el mañana, pero conocían a Dios. Y, la mayoría de las veces, cuando conoces quién es Dios, conoces quién eres tú. Descubres que estás completamente equipado para hacer lo que tienes que hacer en esta vida, para funcionar en cualquier realidad que se te presente. Si puedes llevar tu mente a pensar así, tu tormento terminará. Tu inconformidad, tu frustración, tu incapacidad de mantener una relación, tu incapacidad de mantener unida a tu familia o a la gente, tu incapacidad de conservar el amor terminará. Navidad es aprender a ser feliz con lo que uno es, porque hasta que no aprendas a ser feliz con lo que eres, no serás feliz con lo que tienes.