fotos: Jochy Fersobe y Alejandro Núñez Frómeta agradecimientos: Amarilis Germán
Embajador Marca País.
Hoy, con el corazón rebosado de amor por nuestra patria, celebramos efusivamente el 177 aniversario de la Independencia Nacional, con el emblema artístico más representativo de nuestro país en aguas extranjeras: el maestro Juan Luis Guerra, ¡Un verdadero orgullo dominicano!
“Estaré cantando en escenarios hasta que el Señor lo decida”.
Mencionar su nombre significa enarbolar, hasta lo más alto, la bandera de la República Dominicana, este terruño que lo vio nacer y lo vistió con los rayos candentes de su sol, abrazado por el azul de su mar que bordea cada rincón de esta media isla y contagiado de la más ingenua sonrisa y humildad que nos representa, pero, sobre todo, se impregnó en sus venas la magia que desborda el sabroso ritmo que nos hace bailar al son que repica de la tambora, la güira y el acordeón. El merengue alza su canto en su máxima expresión con la voz del artista más grande de la música dominicana, Juan Luis Guerra, una leyenda viviente, hijo de nuestra ¡Quisqueya La Bella!
Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero él ha sabido romper los esquemas en cuanto a su prodigioso arte, que nos ha situado privilegiadamente en la cúspide musical, al pasear la bandera tricolor por escenarios de extrema relevancia alrededor del mundo, logrando con ello transmitir la alegría que nos caracteriza como dominicanos.
Es inevitable que, al escucharlo, nos resistamos a mover las caderas con las melodías de sus canciones, que ponen de manifiesto los vibrantes colores y sabores de la cultura caribeña. Dentro de sus más pegajosas composiciones que nos hicieron dejar el alma en la pista y que, aún cuando suenan sus estrofas, hasta de manera inconsciente, comenzamos a movernos con esmero: “La Cosquillita” y “El Farolito”, dos de los emblemas merenguísticos de su repertorio que nos suben “La Bilirrubina” a millón. Pero si nos vamos a una onda más romántica, sin dudas, “Burbujas de Amor” nos incita a sumergirnos en las profundidades del sentimiento más sublime que podemos sentir los seres humanos. Y algo que nunca debemos perder, ni en el último momento, es la esperanza, cosa que nos recuerda en cada verso de “Ojalá que llueva café”, una oda integrada con metáforas que invocan a la prosperidad y abundantes cosechas para el campesino, como una promesa añorada.
“Me gustaría dar un mensaje de fe a los dominicanos. La Palabra nos dice que llamemos las cosas que no son como si fueran. No nos movemos por lo que vemos, nos movemos por lo que creemos. Por supuesto, si queremos el bienestar de nuestro país, debemos tener hombres y mujeres dispuestos a caminar en el amor de Dios, que piensa en el otro primero”.
Su gran capacidad interpretativa no tiene límites, ya que su voz se puede acoplar a un merengue, una bachata y un mambo, como también lo hace con una balada o salsa. Es un talento innato que lo ha catapultado como uno de los grandes exponentes de la música latina, pero no solo lo decimos nosotros por ser sus compatriotas, sino que es notable cómo lo alaban en otras partes del mundo, incluso artistas de su misma talla lo ovacionan a tal nivel que lo llaman “El Maestro”, pseudónimo al que le ha hecho honor durante su fructífera trayectoria artística
La versatilidad lo ha acompañado desde sus inicios en la música, pero algo innegociable para Juan Luis es la esencia ferviente de “4.40” que ostenta en su ser, aquella agrupación que lo dio a conocer en aguas extranjeras y de la que aún atesora grandes momentos llenos de aprendizaje y mucha felicidad. “4.40 es una hermosa familia. Creo que nos define, ante todo, una afinidad musical, cariño y respeto por lo que cada cual hace. Considero que soy el más favorecido de todos por contar siempre con su incondicional apoyo y amistad. Esto incluye músicos y todo el equipo”, asevera.
Esta eminencia musical ha logrado vender más de 70 millones de discos, por lo que ha sido reconocido en innumerables ocasiones, al ganar 21 Grammys Latinos, dos Grammys estadounidenses y tres Premios Latin Billboard. Asimismo, la Academia Latina de las Ciencias y Artes de la Grabación lo distinguió como “Persona del Año”.
En el 2020, el presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, designó a Guerra como embajador de la Marca País, por ser un fiel abanderado de la dominicanidad y la estrella de más dimensión que ha representado dignamente a nuestro país en aguas extranjeras.
Su trascendencia no solo se engloba por su carisma, sino que también por su afabilidad, altruismo y, sobre todo, el amor de Dios, que le ha permitido tender una mano amiga a quienes más lo necesitan. En 1991, creó la Fundación 4.40, la cual cambió su nombre a Fundación Juan Luis Guerra años más tarde, destinada a ayudar a los más desfavorecidos de esta nación.
Sin embargo, su labor humanitaria no solo se circunscribe al ámbito local, debido a que ha participado como Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO en uno de los eventos más importantes de América Latina, en la campaña “Levántate y Actúa contra la Pobreza y por los Objetivos de Desarrollo del Milenio”. Igualmente, se unió a dos causas denominadas “Que viva el país por Haití” y “Un Canto de Esperanza por Haití”, tras la catástrofe natural que vivió el vecino país por el terremoto que lo sacudió en el 2010.
“El don de la música fue creado para la alabanza y la gloria de nuestro Dios. Cuando le cantamos, cumplimos con el primer propósito musical. No hay privilegio más grande. El hecho de que el público reciba estas alabanzas y las cante es un favor del cual siempre estaré agradecido”.
Nueva vez alzó su voz en el 2019, durante un concierto generoso en la frontera entre Colombia y Venezuela, espectáculo realizado con la finalidad de recaudar fondos para el país venezolano por la crisis política y humanitaria que enfrentan.
El año pasado, la República Dominicana fue el escenario de fuertes acontecimientos a nivel político, como resultado de unas abortadas elecciones municipales, cuyo escándalo movió a miles de dominicanos a protestar en la Plaza de la Bandera frente a la Junta Central Electoral.
Como defensor de las causas sociales, Juan Luis fue partícipe de la actividad “El Trabucazo 2020”, un concierto realizado el 27 de febrero, fecha en la que los dominicanos conmemoraban el 176 aniversario de la gesta patriótica de la Independencia Nacional. Durante su presentación, entonó “Canto a mi Patria” y “Ojalá que llueva café”.
“Estoy feliz de que volvamos a mostrar esta hermosa isla. Siempre daré mi apoyo a la República Dominicana, dándole el lugar que merece, esperanzado en que las cosas mejoren, porque lo mejor está por venir”.
“Me uno a la voz de Dominicana este 27 de febrero por la democracia y el derecho que tenemos todos de elegir a nuestros gobernantes, con justicia y transparencia. Estaremos presentes sin representar partido, pero unánimes en forjar una mejor nación. ¡Que Dios bendiga a la República Dominicana!”, manifestó.
Este cantautor que solo ha llenado de gloria a nuestra nación nos hace sentir más que orgullosos de ser dominicanos y compartir este pedacito de tierra con su grandeza. Un embajador que nos identifica a todos como Marca País. Si volviéramos a nacer, que sea en aquel lugar al que Pedro Mir le recitó aquellos idílicos versos: “Hay un país en el mundo colocado en el mismo trayecto del sol, oriundo de la noche, colocado en un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol…”.
República Dominicana, tierra bendita, cuna de peloteros y artistas, de gente buena con alma noble, morada del merengue y la bachata y de nuestro gran Juan Luis Guerra. Esto que, sin duda alguna, nos convierte en “La República del Mundo”.
“Componer, en mí, es una necesidad. Me siento inspirado por muchas cosas y en cualquier momento. Es como un cosquilleo en todo el cuerpo, como la necesidad de comer o dormir. Me puede inspirar un libro, un periódico, mi familia, mi esposa o las cosas que me rodean”.
CANTO A LA PATRIA
Se oyen tus pasos que hacen caminos,
se oyen tus pasos de majestad
y la victoria de aquel febrero,
te ha coronado de libertad.
Cantan tus valles, ríos y mares,
mi patria hermosa siempre serás,
tú la más bella y es la que se detiene
a hacer un pacto con la verdad.
Dominicana fuerte y valiente
tus hijos cantan de corazón
abre tus alas, surca los cielos
llena de gloria, paz y honor.
Dominicana es tu destino
ser la más noble debajo del sol,
alza tus brazos de amor eterno,
llena de paz y gloria
y por siempre bendecida de Dios.
Llena de paz y gloria
y por siempre bendecida de Dios
oh, oh, oh.