El gran amor por la naturaleza que tiene el destacado florista Lewis Miller, de la gran manzana, lo ha llevado a decorar las esquinas de la ciudad para levantar el ánimo a la gente, en estos días tan tristes debido a la pandemia.
Los adornos los hace en los botes de basura ya que, como no hay personas en la calle, no los usan. La gente está a la expectativa, para ver dónde va a aparecer la decoración. Este año, la primavera se siente diferente: aún hay belleza bajo la oscuridad del virus.
El mundo entero está sumergido en una sombra de incertidumbre y muerte. La «normalidad» de Nueva York ahora está en silencio y vacía, llena de desolación hasta que, una cierta mañana, cuando caminas por los rincones de Manhattan y, accidentalmente, te encuentras con grandes bouquets de flores que te recuerdan la abundancia de la temporada.
No puedes evitar pararte a ver y sentir. Resulta ser que estas flores siguen viviendo, aún bajo la pandemia. Resulta que, aún en la fragilidad de la vida, sigue siendo hermoso. Así que, aunque no sea posible hablar con nadie, porque el virus sigue vivo, recuerdas que hay belleza en medio de todo este caos.
Las brillantes y hermosas flores que, de repente, han aparecido en los espacios de la ciudad, llevan un trabajo que inicia desde bien temprano, por la mañana, y termina antes de la puesta de sol, y así, al día siguiente, amanece con más esperanza y color en cada rincón de la ciudad que nunca duerme.