¿Quién diría que quedarse en casa ha sido el reto más significativo de este año? Pero la pregunta real es: ¿Cómo puedo manejar esta ‘’simple demanda’’ que las autoridades nos recuerdan constantemente? Y la realidad es que no es una tarea fácil de llevar, para algunos hasta imposible. Y cuando se vuelve en un ‘’imposible’’ es donde viene los efectos colaterales del aislamiento.
Según la Universidad Industrial de Standarter, se pueden reflejar cambios en el comportamiento como agresión, impulsividad, hiperactividad, y actos vulgares e indecentes. Entre los cambios en el estado emocional se encuentra: sentimientos de confusión, cansancio, agotamiento, culpa, desamparo, perturbación, ira, irritabilidad, miedo, tristeza, depresión, pesadillas, angustia, ansiedad, pánico, tensión mental, indecisión, falta de confianza y sentimientos de inseguridad.
También se puede experimentar vulnerabilidad al llanto con explosiones de lágrimas, dificultad para pensar, falta de concentración, atención excesiva a un tema en específico, dificultad para tomar decisiones, ideas o acciones autodestructivas, sentir falsos síntomas físicos de ciertas enfermedades, falta de sueño u otras dificultades para dormir, dolores de cabeza, indigestión y/o falta de apetito.
¿Te sientes identificado? Si la respuesta es sí, es bueno que observes con que tanta frecuencia puedes actuar o sentirte con las descripciones detalladas anteriormente. ¿Por qué? Porque uno o dos días que tengas ansiedad o te sientas triste o confundido, es de esperarse. Se espera porque te han sacado de tu rutina habitual a quedarte en casa por tiempo indefinido.
Cuando el sentimiento de miedo, angustia o tristeza no te permite llevar a cabo los quehaceres de la casa, comunicarte con tus familiares, mantener la interacción con amigos, debemos preocuparnos y buscar ayuda. Es decir, cuando hacer de tu vida lo más funcional posible, se vuelve un caos.
Si también te identificas, es necesario que busques ayuda profesional. Tanto el Ministerio de Salud Pública como la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) cuentan con una línea de atención para este tipo de situaciones.
En colaboración con: Carolina M. Arias Cedano, Licenciada en Psicología Clínica