InicioEntrevistasSonidos del sur, New Orleans: la Cuna del jazz

Sonidos del sur, New Orleans: la Cuna del jazz

All that Jazz’… Podría escribir un libro completo sobre el origen del jazz, pero una cosa es segura: Nació en New Orleans. 

¿Quieres la historia corta? Dicen que con el tiempo, los sonidos tradicionales africanos y caribeños se fusionaron con las canciones de góspel y los ritmos ruidosos de las bandas que marchaban por las calles. 

Sin embargo, estoy convencida que el jazz se creó por la alquimia cultural natural que se logró, producto de emoción, comunidad, alegría y dificultades que evolucionaron a través del tiempo.

New Orleans jamás hubiera producido su más famosa expresión musical si no hubiera sido por un sinnúmero de eventos aparentemente no conectados. Tiempos difíciles y un creciente interés por la música fueron el trampolín para que tan variados estilos musicales se fusionaran en lo que se convertiría en la particular música de New Orleans.

Corrían los finales del siglo XIX y principios del siglo XX cuando un marcado interés por la música popular toma a Estados Unidos por sorpresa.

Los ritmos tradicionales, hasta la fecha afroamericanos, fueron la columna vertebral de los géneros que emergían. El blues tocado por esclavos ya liberados y por agricultores surge como primer genero comercial. El sur profundo produjo un sinnúmero de músicos destacados como Robert Johnson, que alegaba haber vendido su alma al diablo para poder tocar la guitarra. 

Scott Joplin, otro destacado músico se convirtió en un prominente compositor de ragtime. Ambos géneros influenciaron enormemente el desarrollo del jazz.

Poco a poco los músicos de New Orleans empezaron a experimentar en sus bandas con arreglos musicales inspirados en el blues y el ragtime. Estos experimentos comenzaron a principios de los 1900, formando la base estructural del jazz como lo conocemos hoy en día.

Si necesitas un nombre, el legendario Charles ‘Buddy’ Bolden fue el primero que empezó a mezclar estos diferentes estilos y por eso tiene el título de “primer hombre del jazz”. A pesar de su pasado oscuro y misterioso y una vida marcada por la tragedia, su nombre se encuentra entre los grandes del jazz. Lamentablemente, no dejó ninguna grabación de su producción musical. Contradictoriamente, en una ciudad que se conoce como “The Big Easy”, no fue nada fácil para el jazz persistir. La ciudad se dividió en dos bandos: los afroamericanos de la parte alta de la ciudad fueron los primeros practicantes del jazz, mientras que los “creoles” o mulatos del centro de la ciudad practicaban la música clásica y veían con desdén a estos nuevos ritmos ‘vulgares’ asociado con músicos no formalmente entrenados, que no podían ni siquiera leer una partitura.

Si bien era cierto que a estos les faltaba educación formal (algunos ni siquiera sabían leer o escribir), compensaban en creces con talento, emoción e intensidad, haciendo su música inmensamente popular para las masas.

Consecuentemente, cualquiera que quisiera vivir de la música en New Orleans tenía que aprender a tocar jazz. Esto forzó a los creoles a tocar esta música tan vulgar para poder competir. Sin embargo, uno de ellos, Ferdinand Joseph LaMothe, mejor conocido como Jelly Roll Morton, amó el jazz desde el principio, probando, sin lugar a duda, que podía ser tanto músico como show man

Su contribución al género con su banda ‘Red Hot Peppers’ fue inmensa y le ganó atención nacional. 

Vientos de cambio empezaron a soplar al principio del siglo XX para New Orleans con lo que más tarde se conoció como ‘La Gran Migración’ donde afroamericanos y creoles comienzan a desplazarse hacia el norte de Estados Unidos en búsqueda de mejores trabajos y comunidades más tolerantes. Ciudades como New York, Chicago, Philadelphia, Cleveland y Detroit se enriquecen con estos talentosos músicos, entre ellos Sidney Bechet, Freddie Keppard y Kid Ory.

Irónicamente, a pesar de ser el jazz un estilo musical predominantemente negro, la primera banda en grabar un disco comercial en 1917, en la ciudad de New York, resulta ser totalmente blanca: The Original Dixieland Jazz Band. 

Este éxodo masivo de la población de color de New Orleans posibilitó la explotación comercial del jazz. Así, cuando Joe «King» Oliver, otro músico que se había desplazado desde New Orleans necesitó un reemplazo para su banda, le pidió a uno de los que todavía permanecían en New Orleans que viajara hasta Chicago a tocar con ellos. Este hombre se llamaba Louis Armstrong. 

Armstrong se había ganado un nombre por sí mismo luego de la Primera Guerra Mundial, pero su presencia en la ‘King Oliver’s Creole Jazz Band’ fue el primer paso hacia su consagración internacional. Su talento era imparable y eventualmente creó la ‘Era del Solo’ donde en vez de una banda completa, el músico tocaba solo.

Este cambio en estilo cruzó fronteras, dejando atrás para siempre a la hermosa New Orleans como epicentro y transformando al jazz en una forma de música ya no americana, sino global. 

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