Fotos: Fuente externa
La Madre Naturaleza no deja de cautivarnos con sus encantos que dejan atónitos a cualquiera que los aprecie, este es el caso de una peculiar caverna ubicada en el subsuelo de Naica, localidad de la municipalidad de Saucillo, Chihuahua en México. Se trata de la Cueva de los Cristales, un fenómeno natural, cuyas formaciones rocosas comenzaron hace millones de años atrás.
Esta fosa brinda uno de los paisajes más fascinantes, ya que está repleta de minerales de selenita con una proporción de 12 metros de largo y reflejan tonos claros que se pueden hasta comparar con la luz de la luna.
No se sabe a ciencia cierta cómo se produjo su formación, pero si abundan varias hipótesis referentes a su origen y evolución. En primer lugar, se estima que las estructuras originales cobraron forma hace 500 mil millones de años, mientras que otros aseguran que fue hace solo 30 millones.
Gracias a las condiciones de temperatura y humedad que posee la gruta y la gran cantidad de anhidrita que tienen las rocas, esta se convirtió en yeso y éste se fue cristalizando lentamente hasta transformarse en selenita, un mineral hecho de masas cristalinas. Debido a esta reacción que ha repercutido por milenios, lo que, junto con el aislamiento de la caverna, contribuye a que las estructuras de vidrio hayan aumentado su tamaño ininterrumpidamente.
El descubrimiento de la Cueva de los Cristales
Según se cuenta, a finales del siglo XVIII un grupo de mineros vislumbró una veta en el suelo a 130 km al sur de la ciudad de Chihuahua. Ese fue el inicio de la Mina de Naica, de la cual se extrajeron plata, zinc y, sobre todo, plomo durante más de 200 años, hasta su cierre en 2015 por una inundación.
Ya para el 2000, los espeleólogos Eloy y Javier Delgado, que laboraban a 290 metros de profundidad taladrando la roca, se percataron de la existencia de una cámara que estaba junto a un depósito natural de metales. Al acceder a ella, los hombres vieron cristales que sobrepasaban los 10 metros de largo; había algunos que atravesaban este espacio, de 20 x 35 metros, de suelo a techo y pesaban hasta 55 toneladas.
Luego de ahí, la Cueva de los Cristales y las otras tres cavernas que se hallaron en esos predios, entre ellas: la Cueva de las Espadas o la Cueva de las Velas, se han utilizado de manera exclusiva para su conservación y estudio científico.
El último descubrimiento se produjo en 2017, al momento de que la espeleóloga estadounidense, Penelope Boston, directora del Instituto de Astrobiología de la NASA, informó sobre los avances de su estudio. En su inspección, encontró que dentro de los cristales milenarios se encontraban pequeñas burbujas que contenían microbios. Los investigadores explican que dichos microorganismos, que están en estado latente, han vivido ahí desde hace aproximadamente 50 mil años.
No se admite visita del público
Lamentablemente, los amantes de los espacios naturales no podrán ingresar a la caverna, debido a que su visita está prohibida, porque supone un peligro el pasear por estas esculturas naturales, pues dentro de la cueva, la temperatura ronda entre los 50 y 60 grados centígrados y registra niveles de humedad superiores al 90%. La razón de esto, es que la mina se encuentra localizada sobre aguas termales que, a su vez, son calentadas por una cama subterránea de magma.
En 2008, el cristalógrafo español Juan Manuel García Ruiz acudió a la Cueva de los Cristales y, en un relato de su experiencia para el periódico español, El País, reveló que: “A veces el aire te quemaba tanto –no sólo las fosas nasales y la garganta, sino el interior del cuerpo–, que nos obligaba a huir de inmediato de ese horno. Por eso, cada vez que entrábamos, uno de nosotros se quedaba fuera cronometrando el tiempo y avisando cada ocho minutos para que los que estaban dentro abandonaran la cueva”.