Su nombre grita México y su canto desgarrado libertad. La figura indómita de Chavela Vargas se encuentra unida de manera indiscutible a la tierra de los mariachis y del tequila y aunque Costa Rica vio nacer a la famosa cantante, ella con total autonomía decidió hacer maletas y huir lejos del conservadurismo, abriendo los brazos a Centroamérica.
Hablar de Chavela Vargas, es hacer referencia a una de las voces más importantes de la canción Latinoamericana, es reconocer en su estilo que se inclinó por el bolero y la ranchera, aquel diáfano mensaje en el que muchas veces prescindía de acompañamiento para entonar aquellas letras con profundo sentimiento que nacían desde lo más hondo de sus entrañas.
»La llorona», »Paloma Negra» y »Luz de Luna», son algunas de las joyas musicales que la cantante nos dejó como legado. La historia de Chavela Vargas se encuentra plasmada de claroscuros, y de un cierto misticismo que ella supo forjar desde la adversidad.
Chavela creció en una finca, en medio de la nada, rechazada y tildada de rara por sentirse distinta a las niñas de su edad, dio por certeza que nadie la quería y aquel vacío con la adolescencia fue en crescendo, marcando la infancia de recuerdos tristes y amargos que al recordar años después, cobraban vida a través de cada una sus lagrimas.
“Me tocó nacer en Costa Rica, pero la vida de verdad la encontraría en México”, escribió en Las verdades de Chavela, su biografía. Llegó a México a los 17 años, fue cocinera, camarera, condujo vehículos para familias de la alta sociedad e incluso vendió ropa para niños, hasta que a los 20 años descubrió cómo vivir del canto.
La oportunidad le llegó después de que su prima le presentara a la amante de un temido coronel. Sus primeras presentaciones iniciaron en pequeños bares de la bohemia mexicana, hasta que su voz fue calando en el gusto popular y se hizo conocida.
“Me propuse cantar diferente, yo sola, con mi jorongo y mi guitarra”, recordaba. “Canta como te salga del alma”, se repetía, sin importar que la llamaran marimacha por usar pantalones en un mundo de hombres y vestidos escotados. Y es así como nació un estilo inconfundible y desgarrador que la catapultó al éxito y a la fama en los dos lados del Atlántico.
Su sexualidad simbolizó siempre un tabú, aunque se le relacionó sentimentalmente con otras mujeres del medio, como fue el caso de la gran artista Frida Kahlo. No fue hasta superar la barrera de los 80 años que reconoció abiertamente que era lesbiana.
Sin duda, uno de los grandes temas que sin importar la nacionalidad sabemos identificar en aquella voz desgarradora, es La Llorona. Su vida se apagó el 5 de agosto del 2012, pero las grandes leyendas como ella, nunca mueren.
