Phelps, Brodsky y Ochoa Foster. El arte inspira y recubre los espacios de armonía con ese toque especial que tan solo una obra artística puede lograr. Y es precisamente de esta nobleza tan propia del mecenazgo, donde grandes mujeres se han destacado.
A través de la historia del arte podemos constatar el papel protagónico de la mujer, por su papel dual como musa y mecenas, por su desinterés en exhibir o donar sus colecciones para que el arte sea un disfrute de todos.
Y si hablamos de filantropía, sofisticación y apreciación de la diversidad, debemos mencionar a una dama del arte: Patricia Phels, quien con elegancia y nobleza se ha dedicado por más de cuarenta años a elevar el conocimiento de la cultura del continente, promocionando el arte latinoamericano. Su patronazgo es interminable y admirable. En la década de los setenta estableció, junto a su esposo Gustavo Cisneros, la Fundación Cisneros con sede en Caracas y Nueva York.
Claridad, pragmatismo y buen gusto definen a Estrellita Brodsky, otra gran mentora y pieza fundamental en la promoción del arte latinoamericano en museos de renombre como el Tate Modern, el Pompidou, el Metroplitan y el MoMA. Esta curadora independiente y coleccionista apasionada se ha convertido en una verdadera embajadora de Latinoamérica en Nueva York.
Culminamos este reportaje con Elena Ochoa Foster, reconocida como la papisa del arte, propietaria de la galería Ivorypress, presidenta del Consejo de las Serpentine Galleries de Londres, implicada en cuerpo y alma en la difusión del arte contemporáneo, embajadora del patrimonio artístico de nuestros tiempos e impulsora de nuevos talentos artísticos.
Valientes, perseverantes y convencidas de lograr un cambio en la historia, estas damas del arte se han empoderado para mostrar que el altruismo y el impulso de las artes es una ardua tarea que, más allá del lujo, es cultura, es estética y representación de sentimientos, emociones y percepciones.
