En los últimos años, la salud mental ha venido cobrando mayor protagonismo en una sociedad en la que expertos en temas psicológicos alzan la voz para abogar por que se normalice hablar sobre salud mental, en particular sobre aquellos temas que golpean directamente en las emociones, esas cuestiones internas que cargamos pero que nadie ve. Y el mundo de la medicina no está excepto de estas problemáticas, especialmente si hablamos de la medicina estética.
Son muchos los beneficios que se asumen que aportan los procedimientos estéticos en el mejoramiento de la propia imagen, tanto en el exterior, de cara a quienes nos rodean; como en lo interior, con la autopercepción y autovaloración que se dan los individuos basados exclusivamente en su apariencia física.
Gracias a los avances tecnológicos en medicina hoy contamos con una gran variedad de métodos y procedimientos quirúrgicos destinados a modificar a voluntad casi la totalidad de la fisionomía que da forma al aspecto exterior de las personas, lo que permite a aquellos individuos insatisfechas con su apariencia física, acceder a procedimientos que les permitirán mejorarla.
Durante el quinto Congreso Mundial de Medicina Estética y Anti-Envejecimiento, celebrado en Ciudad de México en noviembre de 2018, el cirujano Juan Herrera abordó el tema y la importancia de salvaguardar la salud mental de los pacientes que someten a procesos de cirugía estética, enfatizando que de cada 100 pacientes que se someten a estos procesos, entre cinco y diez por ciento queda insatisfecho con los resultados obtenidos.
Y es este factor el que ha llevado a profesionales, tanto de la salud psicológica y emocional como de la medicina estética, a abogar por la inclusión del acompañamiento de profesionales de la salud mental en procesos de cirugía estética.
“Aunque la cirugía estética está destinada a mejorar la percepción emocional de uno mismo, es importante tener en cuenta que estos procedimientos pueden generar ansiedad, expectativas poco realistas, miedo a los resultados y preocupaciones sobre la imagen corporal”, nos cuenta Alicia Lombardero, psicóloga clínica experta en trastornos de conducta alimentaria y psicología bariátrica.
Cuando el someterse a procedimientos de cirugía estética venga motivado por problemas emocionales más profundos, relacionados con baja autoestima o dismorfia corporal, detalla Lombardero, la cirugía estética podría no resolver estos problemas, por lo que será necesario que el paciente complemente el proceso quirúrgico sometiéndose a un abordaje psicológico adicional.
En dicho proceso, nos comenta la experta, es fundamental evaluar si existe dismorfia corporal antes de someterse a un procedimiento estético para identificar posibles problemas subyacentes relacionados con preocupación excesiva y obsesiva por defectos que se perciben en la apariencia física.
Adicionalmente, el proceso debe enfocarse en ayudar al paciente a tomar decisiones informadas, dado que con frecuencia los individuos con dismorfia corporal pueden crearse expectativas poco realistas de los posibles resultados que se pueden obtener de una cirugía estética, por lo que el trabajo de un profesional de la salud mental se basa en “ayudar a evaluar la motivación detrás de la cirugía y discutir las expectativas del paciente de manera realista”, agrega. Esto le permitirá al paciente tomar decisiones basadas en su conocimiento sobre los posibles resultados y limitaciones de la cirugía
Y es que, pese a que los procedimientos de cirugía estética están diseñados para mejorar el aspecto físico de quienes recurren a ellos, lo cierto es que los resultados alejados de las expectativas de los pacientes pueden llevarles a sentirse decepcionados.
“La cirugía estética puede llevar a cambios en la percepción que se tiene de sí mismo y realizar ajustes en la medida en que el paciente se acostumbra a su nueva apariencia”, argumenta la terapista al momento amplía que el acompañamiento psicológico deberá incluir alternativas tentativas, como terapias cognitivo-conductual y otros tratamientos, que ayuden al paciente a abordar su percepción sobre sí mismo.
Adicionalmente, agrega que, entre otros, debe incluirse el acompañamiento en procesos como cambios de imagen drásticos, cirugía bariátrica, cirugías reconstructivas, cirugías o procedimientos invasivos en el rostro, cirugías de reasignación de género y en todo proceso que ponga en riesgo físico y/o emocional al paciente, de manera que el acompañamiento psicológico pueda servir como una herramienta para que los pacientes puedan reevaluar sus expectativas, ansiedades y preocupaciones, mientras que se aseguran de tener una comprensión realista de qué esperar tras un procedimiento quirúrgico.