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Sobreponerse al dolor

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Sobreponerse al dolor

BODY AND SOUL.

                 HABLA EL EXPERTO.

Sobreponerse al dolor

EL DUELO

Adrain

Oriudo de Juanajuato, México, Adrián Chaurand se ha especializado en historias de perdidas, depresión y duelo complicado. Actualmente es director científico del programa Duelo por México dedicado a la creación de una red nacional de unidades de apoyo en el proceso de duelo por la muerte de un ser querido. Esto significa que estamos frente a una autoridad en esta materia y que gracias al Centro Vida y Familia de la doctora Ana Simó, podremos aprovechar sus conocimientos y aprender de sus experiencias este jueves 23 de febrero, en el auditorio de la Universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU). La decisión por decantarse por esta área y concentrar sus esfuerzos en este tema, tiene su historia. “En la vida, los procesos de duelo por una pérdida pueden ser las experiencias más devastadoras e inclusive incapacitantes. No obstante, las mismas experiencias pueden convertirse en una fuente de crecimiento, gratitud y transformación. Mi historia profesional inicia ahí, al ver los cambios vividos tras dos de los primeros duelos que viví en la vida: la muerte de mi abuela y la de un gran amigo. El ver cómo se cuidó a mi abuela en los últimos días de su vida me hizo conocer la especialidad conocida como cuidados paliativos y el crecimiento personal me hizo focalizarme en apoyar a quienes continúan con su vida después de haber perdido a alguien o algo con quien estaban intensamente vinculados”, afirma el destacado terapeuta.

Cropped shot an elderly woman holding a rosary in prayer

¿Qué es un duelo complicado? 

Cuando las estrategias o afrontamientos que una persona utiliza para hacer frente a una situación de pérdida empiezan a convertirse en conductas, pensamientos, emociones, vivencias somáticas, rígidas e inmodificables, cuando esta rigidez crea conflictos a nivel personal y social, podemos hablar de riesgo en el proceso. Ejemplos de esto sería cuando la tristeza, una respuesta natural, se convierte en depresión, el enojo en amargura, la ansiedad en un trastorno de salud mental, el aislamiento de los demás en soledad; en resumen: cuando una persona no avanza en su proceso, hablamos de que el duelo se ha complicado”, afirma el experto. 

A cropped shot of a woman holding a loved one's hand in support

Cuando perdemos una pareja.

A la pregunta de por qué nos cuesta tanto aceptar la pérdida de una relación de pareja, Chaurand, responde: “Esto tiene que ver con la forma en que nos vinculamos con los demás. Cuesta porque perder cuesta y cuando el resultado de esta pérdida es la desconfianza e inseguridad, puede ser por dos razones: porque la persona que nos deja lo ha hecho dejando no solo la herida de la separación, sino algunas más por lo vivido en la propia relación, lo cual nos señala que –inclusive– las personas de quienes más esperamos nos lastiman o por que nuestra red de apoyo (amigos, familiares, etc.) en lugar de brindarnos soporte y comprensión,  se muestra juiciosa, nos da consejos que no pedimos o, simplemente, incomprensiva con nuestra forma de llevar el proceso, haciéndonos sentir con esto que no podemos confiar en los demás, inclusive en los momentos difíciles. En una ocasión, una persona querida me compartió una frase que me pareció totalmente atinada: ‘La pareja que escoges es directamente proporcional al amor que te tienes’. Así que hay que estar atentos si las parejas con las que nos relacionamos una y otra vez nos hace daño. 

Candle glowing in the dark

Lecciones de vida

“Esta profesión y esta área me han enseñado a vivir la vida pensando que hoy mismo puede terminarse,  y no me refiero a vivirla con miedo, por el contrario; y esto implica muchas cosas: disfrutar a mis seres queridos, estar en paz conmigo y con quienes me rodean, vivir abierto a las experiencias, no juzgar a los otros y aceptar que cada persona vive la vida desde su propia historia, aceptar la diversidad, no perder el tiempo y no hacer perder el tiempo a los demás (soy puntual y duermo poco)”, indica.
A man holds his head in his hands.
A man holds his head in his hands.

RECOMENDACIONES.

Chaurand recomienda: “Compartir con aquellas personas con quienes se sienten más comprendidos, permitirse vivir un día a la vez y prestar atención a su ‘brújula interna’ que dicta las necesidades de cada momento del proceso, no comparar sus procesos con el de los demás, buscar apoyo profesional si consideran que la situación los supera; escuchar consejos, pero decidir por sí mismos, cuidar su alimentación y su sueño, contactar con la naturaleza, darse tiempo a solas y no descuidar sus relaciones más íntimas”.

EDITORIAL.

Ricardo Pichardo
Ricardo Pichardo
De todas las fotos, cadenas y videos que recibimos a través de las redes sociales, hay algunos datos de valor que, en ocasiones, llegan en el momento indicado. La semana pasada recibí un mensaje muy jocoso. Comparaba la diferencia entre tener un amigo de cualquier nacionalidad y un amigo dominicano. Como se imaginarán, cuando se refería al dominicano, destacaba la hospitalidad, empatía y cariño especial que nos caracteriza. No pude evitar soltar una que otra carcajada mientras leía. Una de las comparaciones decía: “Un amigo te lleva acetaminofén cuando estás refriado, sin embargo, un amigo dominicano te hace sopa de pollo y los remedios que le enseñó su abuela, y puede que hasta te haga el avioncito con la cuchara para que te tomes la sopa”. No hay nada más cierto que esto. En este mes en que celebramos a esos seres maravillosos que la vida nos regala, me he puesto a pensar qué sería de la vida sin ellos.  Algunos, llegan y se van. Otros se convierten en tus hermanos de otros padres, y hay otros especiales a los que nunca olvidarás por la intensidad, respeto y consideración con que cuidan ese vínculo. Hace dos meses se adelantó, a la Casa del Padre, mi amigo David. Precisamente, hace dos años, escribí en mi columna en el Listín Diario, unas palabras que lo describían a la perfección, sin sospechar jamás que se bajaría de este tren que llamamos vida en esta estación. La fe me hace saber que no es un adiós definitivo, sino más bien un hasta luego. Nos veremos en la eterninad… amigo.

Firma Ricardo